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Ferlinghetti Official Trailer #1 (2013) - Documentary Movie HD
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Samuel Vásquez: RAQUEL, HISTORIA DE UN GRITO SILENCIOSO.
El día en que decido escribir sobre Raquel, la pieza de teatro de Samuel Vásquez, tropiezo con la huella de nuestra desgracia cotidiana. Llevo el libro en la mano. Es liviano. Casi un opúsculo frágil. Pero es tanto el peso del drama de Raquel que se siente uno como un atlas cuya carga es invisible. Desciendo en la estación Parque de Berrío. Voy a las librerías del sector tras libros o revistas que me ayuden a delinear mejor las palabras de este texto. Hay un diálogo en Raquel que recuerdo cuando atravieso el parque: "-¿No oyes nada? -No. -Algo está pasando. -Sí, algo pasa. -Hay que actuar. -Sí. Hay que hacer algo." Entonces los veo. Construyen una especie de cerco que cualquier brazo fuerte desintegraría sin mayor problema. Me detengo para saber este silencioso mitin por qué protesta. Son todos ellos, o ellas más bien, personas mayores, ancianas para mejor decirlo. Sostienen fotografías de secuestrados y desaparecidos. Son sus esposos, sus hijas, sus hermanos, sus nietas, sus primos, sus amigas. ¿Dónde están?, pregunta esa escueta muchedumbre de muchos años. Devuélvanoslos, los queremos en casa, con nosotros, siguen diciendo. Y no gritan. No tienen altoparlantes. Y son demasiado viejos como para que sus voces se escuchen más allá del atrio donde están. Es una manifestación lábil. Pero la impresión es falsa. Hay algo en las miradas, en sus dolientes frases de murmullo que podría resistir la más fuerte represión, los alegatos más ruidosos o la indiferencia y el silencio más desalentador. Están ahí, al frente de la iglesia de La candelaria. Acaso porque es el sitio más central de Medellín. O porque Dios podría escucharlos mejor que las instituciones democráticas. Protestan cada semana. Piden que la pesadilla de ellos y de Colombia cese. Que la esperanza por fin llegue y su luz defina el rostro de Raquel y de todos los secuestrados y desaparecidos.
Raquel, historia de un grito silencioso no supera las 50 páginas. Es el relato conmovedor, y no la espectacular noticia, de un secuestro. Pero Raquel no está hecho de un discurso narrativo aunque haya en él unos eventos a los cuales el espectador asiste. Y no podría decir tampoco, con la débil confianza que esta expresión genera, que es una obra de teatro. Raquel es, por encima del andamiaje de las escenas con sus diálogos y monólogos, un poema. Su esencia se enraíza en la escritura poética. Los desgarramientos y los hallazgos íntimos de Raquel están forjados con esa sustancia imprecisa y vasta con que se hacen los sueños donde amor y odio, opresión y libertad, muerte y nacimiento se abrazan.
"Es difícil cantar entre los muertos", dice Vásquez en una de las entrevistas que se le han hecho. Pero acaso es más difícil hacerlo entre miles de secuestrados y desaparecidos que, en realidad, son muertos en vida. Por esto Raquel obedece a la más genuina necesidad del artista que intenta crear en tiempos oscuros. Raquel, que es una obra cimentada en el silencio, habla en un país donde lo esencial de su historia y sus dramas permanece callado.
La voz de Raquel es silenciosa. Es un grito interno. Un reclamo hecho desde el encierro. La dimensión de su protesta conduce a ese grito que persiste cada día y sale de todos los calabozos que podríamos señalar y de aquellos otros que la conciencia atormentada del escritor sitúa en cualquier coordenada física y espiritual de Colombia. Es un grito que, por su misma condición, remite al grito de Munch. Ese grito emblema de una época que apenas presentía el horror de guerras que nosotros ya hemos bebido hasta la desolación y la impotencia. Raquel padece la agresión física. Padece otro martirio tal vez más atroz, el de saberse sola y completamente cercenada de su medio afectivo. Raquel es víctima de un conflicto político que le parece absurdo por el modo en que se manipula y sigue culminando en la intolerancia y en el uso de más violencia. Pero Raquel no sabe si será asesinada. No sabe si su familia pagará el dinero exigido. No sabe si tras su secuestro hay un engaño vil. Sospecha que su muerte no hará parte de ninguna causa honorable. Y que sus justicieros son resentidos muchachos, equívocos y opacos. Y, sin embargo, Raquel es capaz de decir en los instantes de más dolor: "La fe es una vieja leprosa que insiste en besarme".
La fe de Raquel evidentemente no es la patria. Para todos los secuestrados civiles que hay en Colombia, la patria es un sin sentido. Un campamento en el desierto, así define la patria un texto tibetano. La patria es la infancia siguen diciendo los viejos poetas. Ella habita, para Vásquez, la lengua. En "Calcado del silencio", una lúcida reflexión sobre el papel de la poesía en tiempos de guerra, Vásquez considera el castellano como el único sitio donde los colombianos no nos sentimos extranjeros. Una soberanía maravillosa, la lengua, dentro de un Estado criminal y una concepción de la nación que arrastramos como jirones vergonzosos desde que ella existe. Raquel, encerrada, reconoce en la palabra su mejor escudo. Ella es ese hogar que se edifica al borde de los abismos. Con ella Raquel se despoja de todos sus miedos para cubrirse de pronto con el velo de sus sueños.
"¿Mi palabra recobrará su voz algún día?", escribe Raquel al inicio de su diario. Y su última frase es: "He perdido mi sombra". Una pregunta que surge como esperanza. Una confirmación que mide la oscuridad donde habitan los secuestrados y la vigilia de quienes aún los esperan. Pero Raquel así pierda su sombra, ésta se engrandece con su palabra representada. El grito de Raquel es un resplandor de penumbra. Una dolorosa luminiscencia útil para quienes viven en geografías de horror.
Un teatro poético. Raquel lo es desde su puesta en escena, que está concebida como una pieza musical, hasta el diario de su protagonista cuyos fragmentos se nos leen. Un teatro poético. La expresión se convierte en un fantasma si quisiéramos rastrearla en el horizonte del teatro colombiano. Se podría decir, si separamos Los hampones de Jorge Gaitán Durán, que no existe entre nosotros. El nuestro ha sido, en su corta historia, un teatro adormecido por el costumbrismo, estremecido pero imaginativamente paralizado por los credos políticos de izquierda, caóticamente fragmentado por lo experimental. Un teatro, en fin, que ha ignorado uno de los principios poéticos sobre los que trabaja Samuel Vásquez: hacer un teatro que muestre lo invisible y haga posible su percepción.
Hacer poesía a partir de un acto insensato. La propuesta, sin duda, no es nueva. Es tan antigua como Homero, quien hace de la absurda guerra canto memorioso. Pero el logro de Raquel, por supuesto, no reside sólo en este rasgo. Su pálpito poético se presenta de manera dual. Por un lado penetra en un mundo donde todo está inmerso en el presagio, en la intuición, en el sueño, en el temor, en la evocación; y, por otro, acude a un montaje en el que el director debe responder a las difíciles exigencias poéticas que supone la obra.
Acaso la principal sea la representación del silencio. Éste y no otro es el eje que sostiene a Raquel. Es la razón de ser de su atmósfera. Siete de sus escenas exigen del silencio toda su desnudez. Desde el inicio la obra, como experiencia leída y experiencia representada, se incrusta en el espectador desde esa otra cualidad del lenguaje que aquí realza la protesta y la acusación. Susan Sontag dice que entre las varias aplicaciones del silencio en el arte, existe la de ayudar al lenguaje para que logre su máxima integridad. Las palabras, los ambientes, los dramas se ponderan más cuando se entrometen en ellos largos silencios. En Raquel se sigue esta circunstancia señalada por Sontag: "A medida que disminuye el prestigio del lenguaje, aumenta el del silencio." Pero Vásquez también nos remite a Mallarmé. Como el poeta francés, piensa que es necesario que la poesía desbloquee con palabras una realidad atestada de ellas mediante la creación de silencios en torno a las cosas y a los hombres.
Por tal razón representar esta obra es tan difícil como tocar uno de esos movimientos lentos de Mozart, Schumann, Satie o Pärt donde es menester, para expresar toda la carga emotiva contenida en pocas notas, la mayor técnica posible. Pienso, por ejemplo, en la escena en que Raquel y plagiario se recelan. Pienso en esas cosas triviales que Raquel hace en la soledad de su encierro. Pienso en los diálogos minimalistas de los plagiarios: palabras de una sencillez aparentemente inofensiva, pero dueñas de una perplejidad que profundiza el drama no sólo de la secuestrada sino de quienes secuestran.
El de Raquel es un silencio que, al existir en escena, se palpa y se vuelve lacerante huésped del espectador. Raquel no sólo está a nuestro lado -en el auditorio es tomada por los plagiarios-, sino que puede ser cualquiera de nosotros. Somos nosotros quienes podemos vivir esa agria posibilidad de no saber, durante días, nada del cielo, nada de ese tiempo donde hay sol y luna. Raquel además habita, y tal es su logro más exasperante, la realidad del espectador desde una particular circunstancia: sugerir que el director del montaje es quien idea el secuestro. Un director que, por el juego del teatro mismo, espejo espantoso y magnánimo, puede ser también cualquiera de los espectadores.
Y es aquí en donde reside otro de los atributos de la obra. Mediante la intervención de actores y el director en escena, Raquel cumple un doble objetivo. Representa un secuestro y, al mismo tiempo, plantea una reflexión desgarradora sobre qué es hacer teatro en un país asediado por la locura de los hombres.
¿A qué quiere conducir Vásquez con este sagaz e incómodo artificio? Sin duda a que la pieza de teatro transcurre en escena y en el auditorio. A esa convicción estética de que el espectador debe ser el activo centro ineludible. Sin duda a que los desgarramientos, por accidentales que sean, son siempre de nuestra incumbencia. Sin duda a que el drama de los desaparecidos y secuestrados en Colombia es responsabilidad finalmente de todos nosotros.
Raquel no es una obra que se actúa para el silencio y el olvido, como cree uno de los plagiarios. Raquel sucede, se hace tiempo visible en la escena, para dar testimonio de algo irreversible que nos marca marcando así la historia. No es difícil concluir en qué consiste ese algo. Pero es el espectador quién habrá de definirlo en medio del estupor silencioso.
Raquel propone un doble silencio. Ese que hace del infortunio del otro una íntima realidad compartida por el espectador. Y no del todo secretamente, pero tampoco de manera escandalosa. Y está ese silencio ejemplar que a veces es necesario mantener cuando se pretende escribir sobre una de las grandes heridas que tajan a Colombia. En este sentido obras como Raquel apuntan a otra estética, a otro modo de observar, de nombrar lo que se llama periodísticamente la realidad nacional.
La presencia de Raquel es de una importancia suprema en la literatura colombiana. Frente a la fascinación espectacular que la violencia ejerce sobre nuestros actuales escritores, ante esa narrativa trivial en que se mezclan sicaresca y novela negra, al lado de esos planos personajes -el sicario, la miliciana, el paramilitar, el guerrillero, el mafioso, los altos mandos del ejército y la policia, los políticos, etc- que representan los males del país, Raquel airea y señala un camino. Y no sólo porque aquí se reclama la voz de la víctima, aquella que, como dice Claudio Magris, encarna la verdad pereciendo y desapareciendo de la historia, sino porque en la obra se plantea una problemática -la del secuestro- de un modo más complejo y más sugerente, más hondo y doloroso.
Pablo Montoya Campuzano
Samuel Vásquez |
Samuel Vásquez: Poeta, dramaturgo, ensayista, músico y artista plástico.
Fue curador de la Bienal de Arte de Medellín, y Comisario de la Bienal de Pintura de Montevideo. Invitado a inaugurar el Museo de Arte Moderno de Cartagena con teatro, y el Museo de Arte Moderno de Medellín con pintura. Exposiciones en Colombia y el exterior en los años 60s y 70s. Incluido en la exposición Cincuenta Años de Pintura y Escultura en Antioquia, Suramericana de Seguros, Museo de Arte Moderno. Fundador y director del Taller de Artes de Medellín que congrega Teatro, Música y Artes Plásticas. Autor de seis obras de teatro, tres de ellas han sido puestas en escena en Venezuela, España y Cuba. Ha dirigido 17 obras de teatro. En 1992 le fue conferido el Premio Nacional de Dramaturgia por su obra EL SOL NEGRO, y una Beca Nacional de Creación del Ministerio de Cultura por su obra EL PLAGIO. Le fue otorgada Mención en el Concurso Internacional de dramaturgia Ciudad de Bogotá, por su obra RAQUEL, HISTORIA DE UN GRITO SILENCIOSO, producida por el Festival Iberoamericano de Bogotá, y editada por la Universidad de Antioquia. En 2005 le fue concedido el Premio de Ensayo Ciudad de Medellín, por su obra EL ABRAZO DE LA MIRADA. En 2007 le otorgaron Beca de Creación Ciudad de Medellín por su libro de ensayo PARA NO LLEGAR A ÍTACA. En 2010 le fue concedida la Beca de Poesía Ciudad de Medellín por su libro DIARIO DE LA ERRANCIA. En 2007 Museo de Antioquia le otorgó una distinción especial “por su labor para el desarrollo del Arte Contemporáneo en la Ciudad”. En 2011 la Universidad de Antioquia le concede el Premio Nacional de Cultura por Reconocimiento. La Revista Arcadia distingue su Antología de Poetas Colombianos “20 DEL XX” como el mejor libro de Poesía publicado en el Colombia en el año 2013. Es Cofundador de la revista de poesía Prometeo y diseñador y coeditor de la misma durante algunos años. Miembro del Comité Organizador del Festival Internacional de Poesía, durante cinco años. Colaborador de Magazín Dominical (Bogotá), revista del CELCIT (Buenos Aires). Poemas y ensayos suyos han aparecido en libros y revistas de Colombia y el exterior, y fueron incluidos en las antologías de Poesía GOLPE DE DADOS, VENGO A GOLPEAR A TU PUERTA, MUESTRA ANTOLÓGICA DEL CONGRESO DE POESÍA EN LENGUA ESPAÑOLA, LA CASA SIN SOSIEGO, BOCA QUE BUSCA LA BOCA, y Magazín Dominical -MEMORIA IMPRESA. Poemas suyos han sido traducidos al rumano, portugués, francés e inglés. Otras obras suyas: LAS PALABRAS SON PUENTES QUE NOS SEPARAN (poesía); GESTOS PARA HABITAR EL SILENCIO (poesía); TÉCNICA MIXTA (teatro); EL BAR DE LA CALLE LUNA (teatro); NEGRET O LA IMAQUINACIÓN (ensayo); TRAZAS EN EL VIENTO (ensayo), MOORE, CHILLIDA, PICASSO (ensayo), LAS TAPIAS DE TÀPIES (ensayo), EL OLVIDO NOS DEFIENDE DE LA BELLEZA (testimonio), ECHAR LAS CARTAS (correspondencia), ERRATAS DE FE (ensayo), ANTONIO SAMUDIO (con Juan Manuel Roca – ensayo).
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Raúl Henao: Nueva Edición.
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Sam Hamill cruza la General Paz.
Sam Hamill (Estados Unidos, 1943) Poeta, ensayista y traductor del griego, latín, estonio, japonés y chino. Es autor de más de quince libros de poesía, ensayos y de unos cuarenta volúmenes en traducción.
Ha enseñado en prisiones durante catorce años, en programas de artistas en residencia por veinte y trabajado ampliamente en favor de las mujeres y los niños desprotegidos. En enero del 2003 fundó Poets Against the War (Poetas contra la Guerra). Su obra ha sido traducida a más de una docena de lenguas.
Sam Hamill es un hombre de fuertes pasos, de sonrisa fácil e inglés sonoramente firme. Su pronunciación alberga una pasión casi impulsiva. Se trata de un poeta norteamericano que no cree en las políticas de su país. Se trata de un poeta cuestionador, que canta sus experiencias desde la dureza de la realidad y desde un espíritu afectivo que tiene raíz en su condición de budista. Se trata de un poeta profundamente humano tocado por la orfandad, por el dromómano afán de ser universal, mundano y enemigo del odio y la muerte, ocasionados por la guerra.
Sam Hamill se aproxima desde el reflejo de sus anteojos, con los párpados casi cerrados para evitar el relámpago del trópico o la luz criminal de una bomba en el corazón de una ciudad indefensa. Y digo del trópico por mi experiencia con él en Valencia durante el X Encuentro Internacional de Poesía de la Universidad de Carabobo (2012) en el que coincidimos y nos conocimos brevemente. Y digo de las bombas por su rechazo absoluto a las guerras, escrito en sus poemas y en la piel de sus palabras, por sus críticas rotundas contra la administración Bush y contra todo lo que huela a pólvora y metralla. De modo que es un poeta militante, un poeta vigoroso, un hombre entregado a la vida, a las letras, a la disidencia, al mundo. Después de oírlo y mirarlo, queda el sonido, el estruendo de su pronunciación, el verbo encendido de sus versos, algunos reunidos en el libro Ojos abiertos y otros poemas,publicado por la Colección El Cuervo del Departamento de Literatura de la Universidad de Carabobo, en 2006, con traducción del también poeta, el argentino Esteban Moore.
2.-
El primer poema de este libro -suerte de anzuelo- pescaa quien lo lee. El lector es un pez invisible. “Las redes” anima la imagen de un pescador que recoge y desenreda las cabuyas de una atarraya. La metáfora aproxima nuestra lectura al deseo, al espejismo del agua y a la sangre que brota de los dedos del hombre de mar. Es un poema donde el tiempo y la distancia elaboran la presencia de un ser humano frente al universo, frente al océano. Las pesadas redes del deseo…,instancia que encierra el pensamiento y también los sonidos que contiene el mundo. Un hombre solo desenreda las horas de su silencio.
Una página más adelante nos aborda con “Viejos huesos”, un texto dividido en tres partes en los que Hamill recuerda a algunos poetas cercanos a él: Snyder, Pound y Lu Chi aparecen mientras el poeta que habla modela el mango de un hacha. Luego, Hui Neng protagoniza el segundo texto desde el polvo de sus huesos. El tercero recuerda a Basho y la fábula del agua y la rana. Es decir, Hamill resume la paz del mundo en pocas líneas: tiempo y memoria, espacio y sonidos retraídos hacen posible este hermoso instante verbal.
3.-
“Un dragón en las nubes”, “El don de lenguas”, “El ganado de Dresden”, “Dos pinos”, “Montañas y ríos sin fin”, “Lo que sabe el agua”, “Perdido en la traducción”, “La flor de la orquídea”, “Discurso inaugural ante la asamblea legislativa, 2003” y “El poema de Nueva York” abren la puerta de acceso al extenso texto “Un canto pisano”, donde Hamill se pasea por diferentes instancias de su vida, su ideología, sus gustos por las culturas clásicas, la griega y la latina, y su paso por la china y japonesa, sus viajes bajo la luz de los Cantos Pisanos de Ezra Pound. Pisa es la escenografía por donde ocurren las palabras del autor. Un poema de largo aliento que le hace decir: Yo no soy Odiseo, sólo un monje en una orden de poetas, /un viajero hacia la Toscana, un turista en Venecia…. Nombra y dice de los poetas maltratados Akhmatova, Hikmet, Tu Fu, presos y exiliados. Un canto dolido que también tiene en el tao, un camino a seguir. / Mis colegas poetas lo sostienen, / he apuntalado mis muros/ he invitado a mis barricadas/ a aquellos que abrazan la tradición.
En otro lugar del poema asiste y canta: Kannon, Kannon, / perdonar es una cosa, / olvidar otra. Se pasea por los campos de concentración, por los bombardeos contemporáneos, por el acento de Confucio…hasta llegar al poema, a la pulpa del poema como músculo y aire, como humano proceder: El templo de las palabras, / el poema es el amo./ El poema. Únicamente. / El poema”.// Es el sendero a la iluminación (…) allí donde todo es música, / todo es luz. Largo viaje por el cuerpo sonoro de este hombre que ha sabido sobrevivir.
“La flor de la orquídea” se queda flotando en la memoria. Un poema donde Sam Hamill ha dejado parte de su vida: una flor que pasa por la vida, una flor que muere. Este poema tiene que ver con el fallecimiento de su esposa. La lectura nos obliga a citar: En el instante en que me pregunto/ si la orquídea va a morir/ ella florece//…abriéndose en el apogeo del verano/ pequeña, perfecta en su plenitud// Incluso para un poeta/ de cabellos blancos y rostro curtido, / ella es en su pureza, erótica, //…Ella es erótica/ porque en el corazón del nacimiento/ la muerte afirma su existencia. Un poco más adelante, remata: quien a cada momento se vuelve más bella/ simplemente porque uno de nosotros ha de morir. Un poema en el que Hamill aguanta la respiración un rato y mira alrededor del mundo que lo estrecha.
4.-
El poema que le da título al libro, “Ojos bien abiertos”, insiste en el mismo viaje, en el mismo tema: un canto desde una joven mujer para entrar en su historia japonesa en Okinawa, donde fue marine norteamericano. Y habla de su niñez, de su llanto nocturno, de Homero y los muertos, de El arte de la guerra de Sun Tzu. Todo dicho “con tus ojos bien abiertos”. Y así, agudo en la denuncia, escribe “Sobre la muerte de James Oscco Anamaría”, en el que desnuda la aventura de un crimen cometido por la mano de un poder desconocido, aunque se presume de una sigla que siempre ha metido las suyas en ámbitos ajenos.
Cuando hallaron su cuerpo/ en el basural/ cerca del puente Pachachaca/ en Abancay, // nadie pudo decir/ quien fue el que/ le arrancó/ las uñas de los dedos,// quién le rompió las piernas/ quien le extirpó el ojo/ o quién finalmente lo degolló…. Es un poema desnudo, duro, amargo, pero también amoroso. Oscco Anamaria era un poeta joven quien sabía/ que la poesía es amor, / y en este mundo/ el amor es cosa peligrosa.
En “A partir de Borges”, el poeta Hamill descarga toda su batería crítica contra el poder, contra el abuso del pasado, contra quienes se creen que son “la madre patria”. Y escribe: No, no hay héroes, excepto aquellos/ que despiertan para saludar al amanecer con las manos vacías/ y el corazón agobiado en un tiempo brutal. Más adelante: Ésta no podrá ser hallada en la grandilocuencia/ de los pomposos imbéciles del pueblo que aspiran a cargos públicos/ sólo porque desean el poder. Muy claro para advertir que estamos en un presente parecido.
Al final, “Paseando por la calle Florida”, Sam Hamill lee los árboles, la cara de la gente, los pasos que Neruda y García Lorca dieron por Buenos Aires, por la rúa donde Alfonsina se encontró/ con su antiguo amante. Calle-mercado de paquetes e ilusiones, de nombres, de Borges y sus Obras Completas, de Perón, de la Plaza de Mayo, de la bienvenida a todos aquellos que la visitan.
Este libro de Hamill, el poeta de la orfandad, el poeta viajero y traductor, nos encuentra con los “ojos bien abiertos” mientras otros poemas van y vienen en la imaginación de un hombre que sabe que el mundo seguirá siendo redondo pese a las pestes que la habitan.
Alberto Hernández
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Fernando Denis: Farid Méndez Lozano; LA VOZ QUE MURMURA DESDE LOS ACANTILADOS.
La voz de Farid Méndez está hecha de piedra, de mármol, de granito, en sus carcajadas bajan los arenales ensimismados que forman el laberinto, la sed del que murmura, de aquel que llama a la vendedora de sombras, la misma que corrige su soledad los patios de la Alhambra.
Amanece, y un viento de las colinas dibuja símbolos en las pupilas. Oímos la voz: “No hay ruido en la caída, sólo la caricia del viento”. Es el retrato hablado de un sueño. Farid enmarca esos rostros para llamarlos después desde la otra orilla. Su poesía es la búsqueda incesante de su propio yo en cada cosa que toca, en cada gesto del mundo, en la soledad del viaje y su regreso, en el imaginario trasegar de una palabra donde se esconden muchos secretos, la sonoridad de su vida entera y el cansancio perentorio de llevarla a cuesta como un peregrino anónimo, y más allá de su infatigable lucha por sobrevivir a sus obsesiones, Farid Méndez su torre de marfil en Piedecuesta, sus murmullos llegan a todas partes, las pareces del tiempo le devuelven su eco, cada palabra que ha guardado el cielo y que no llega hasta el papel en blanco.
Este libro es una búsqueda a través de diversas intuiciones del poeta, donde sin ambages se permite dilucidar sobre su experiencia personal a través de emociones e impresiones diversas sobre distintos paisajes, soberano de su propia época y testigo de sí mismo, y así va recorriendo los linderos de una intrincada y visceral melodía que lo empuja a conquistar cada porción de infinito que el universo le regala, cada promesa, cada pedazo de tierra santa donde dejar su huella como sentencia clara de un día estuvo ahí. Farid Méndez se reconoce en menos en su vida personal que en trabajo poético, pues es ahí donde realmente trabaja como arquitecto del lenguaje, trazando los planos de una estructura para alcanzar a los dioses, para no limitar sus deseos y esa sed ingrávida de poseer la sílaba salvadora, el tesoro que brille más allá de sus palabras y su anécdotas como hombre y como guerrero. La voz que bordea la piedra cae desde lo alto:
“¿Puedes ver que ese desierto se cae de tus manos
como la arena de un reloj quebrado
que cae sobre el viaje del tiempo…?”
Antes que el verso aniquile su soledad, ya lo espera en un recodo de sus paraísos artificiales esa primera imagen que añora, su verdadera esencia dentro del paisaje que lo habita, sus ríos interiores y sus valles, y mucho antes de que caiga la lluvia, la lectora transparente, o que aterrice el relámpago, el mensajero, con noticias de otros mundos, con metáforas nuevas.
Fernando Denis
Farid Méndez Lozano: 5 Poemas.
LA NOCHE CUANDO MURIÓ ESTEBANA CARRASCAL
A Nancy Lozano Carrascal.
Huye de la choza donde ella expira
y déjale su agonía a los viejos.
Eres todavía una niña…respira,
corre y que tu carrera asombre a los conejos.
Escapa de la tragedia
y para despistar el dolor,
hunde tu mirada en el Caribe; todavía la muerte asedia,
corre por la playa, corta la flor
nocturna que nace en la boca del volcán
y permite a tus recuerdos aliarse con la brisa.
Allá, en el falso zaguán
se extiende el cuerpo yerto de tu madre, no hay prisa
por regresar a la choza,
ya no tiene sentido,
ella hace parte del vacío rotundo de la muerte, solloza
y mejor piensa que no se ha ido,
que camina contigo
por esta playa, por esta noche fría
y larga. El recuerdo de su abrazo te traerá
[el abrigo
en los inviernos venideros. La medallita de la
[Virgen María
que te regaló en Navidad será tu escudo,
el golpe de las olas con la arena será su voz…
Mira la mano de tu madre diciéndote adiós -el nudo
que las une no se desatará jamás-. Su veloz
silueta de mujer se aleja
por las colinas nocturnas de la sabana…
En sus ojos se refleja
la angustia de dejarte sola… dile que estarás bien,
[que con la mañana
llegará la luz .
LA NOCHE ESTRELLADA EN PIEDECUESTA
¿Puede ser esta noche luminosa
la señal de una astuta eternidad
que empieza a caer sobre la tediosa
silueta del pueblo? La austeridad
de las estrellas entre la marchita
jerarquía del templo divide el cielo
para que la media luna permita
la llegada del silencio. Aquel velo
invisible de blancos y amarillos
ha caído en las lomas del macizo
y no puede herirlas con su cobrizo
secreto, ni ocultarlas en su brillo
fugaz. El árbol crece hasta tocar
las estrellas que no cesan de girar.
LLUVIA
No sé qué trata de decirme la lluvia,
sólo sé que su golpe llena de paz
mi alma; humilde, la música fugaz
de su sinfonía, mientras todo se nubla,
me devuelve a la vida, al sueño desdeñado
del niño que fui. A lo lejos se desprende
la tormenta... el patio juega con los duendes
y las fábulas retornan temblando
a la piel de las hojas. Veo las gotas,
sus quebradizos cristales reflejando
el espíritu del monte. Sé que azotas
el verano... sé que acaricias el cultivo,
sé que me has recordado que aún estoy vivo.
OBRA NEGRA
Tus caballos se cansaron de correr
por esas tierras enloquecidas de soberbia y vastedad.
Tierra de águilas, de fantasmas, de soledad
y de ausencia… muchacha: la nostalgia te está dando de beber
su dulce veneno…
¿Puedes ver que ese desierto se cae de tus manos
como la arena de un reloj quebrado
que cae sobre el viaje del tiempo… de tu tiempo alterado,
y vulnerable, sobre los lejanos
techos de tu hogar,
sobre el rostro de tu madre envejecido y mudo?
Cierra los ojos, el viento te dirá el camino,
la promesa no se ha roto, lo que el olvido no pudo
tragarse está puesto sobre la mesa; relájate, la muerte no vino
a nuestro bazar…
paso de largo sin darse cuenta de que aquí la vida sobra
y se escurre por los brazos de los distraídos.
Cuando llegues, si quieres buscar mi casa… es la que está en obra
negra (no te estaba esperando) , casi no hay nada construido…
mi cama es de heno,
mis techos de cartón y mi paredes de tela;
pero creo que pueden protegernos
de toda vorágine, de vetustos y siniestros gobiernos.
Pasa, siéntate en la terraza imaginaria, descansa… siente como tu recuerdo
[vuela.
PARQUE DE LAS HERMANAS
A la gallada del parque y a los colibríes que no volvieron.
Caminábamos por un sitio que ya no era nuestro,
tal vez nunca lo fue, quizás solo era un bello préstamo,
un truco leve y siniestro
de nuestros parientes nómadas… Caminábamos por cortos tramos
temiendo caer en alguna trampa, o ser arrollados
por algún evento furtivo.
Cuando se iba la tarde, nos vimos raptados
por la fuerza de un compulsivo
delirio: Ahí estaba el parque, el Parque de las Hermanas,
el teatro de nuestra divina infancia
carcomido por la desidia de los invasores. La plana geografía
de ese mundo de colibríes y ceibas y fragancias
suaves de inocencia y lluvia moría con nosotros
como un apéndice de nuestra efímera vida.
Miramos hacia adentro, hacia el bosque donde pastaron los potros
imaginarios del juego, donde se dispersaba la huida
de los venados, donde asechaba el cazador y se escondía
de mi la muñeca morena de profundos silencios que eras tú…
y vimos una legión de fantasmas que volvía
de esa guerra eterna que se tragó a Mambrú
y vimos cerrada la ventana de la furia de Gárgamel
y el árbol que todavía lloraba lagrimas rosadas
de tanto extrañar a los pericos, y la nube de rímel
que venía a ennegrecer las flores desmayadas.
Farid Méndez Lozano (Barranquilla, Colombia, 1977). Poeta y narrador. Arquitecto de profesión, ha vivido la mayor parte de su vida en Piedecusta y por algunas temporadas en Montreal, Canadá, Miami, EEUU y Barranquilla, Colombia. Inédito.
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Juan Diego Tamayo:Poemas de Rocío de Mayo.
Juan Diego Tamayo |
Construyo una casa para mis sueños
Las banderas blancas del amor ondean
En la colina del alba las veo
Y veo una ciudad que sangra
Su miedo profundo y terrible
Me hablas con vocablos de luz
Con sílabas de agua
Con palabras de semillas
Nado en tus ojos de libertad
Las estrellas bordan la pureza del silencio
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::.
Hablaré de ti
diré tu nombre
me sabes a estrellas
sólo se esperarte entre arcoiris
esta música es tu aurora
te veo colgando de mis labios
cada ola respira tu silencio
y todas las flores brotan de tus poros
mi grito despierta las piedras
sigo mudo al légamo de tu vino
tu sombra de violín me adormece
digo tu nombre como los huesos idos
algo se calcina en mis labios
el sabor del día es el de tus ausencia
vuelo en pétalos de jeroglíficos
duermes como una nube profética
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Toda palabra es tuya
Todo lo habitas
Flores, bosques, océanos
Todo fulgor es tu sueño
Todo el rocío son tus manos
Todas las ofrendas fluyen
Por tus ríos de miel
¡Beben tus ojos jardines de alegría!
Todo cuanto hablas puebla el mundo
Toda palabra: semilla que cultivas
::::::::::::::::::::::::::::
Los huesos son también semillas
Brotan y florecen de ellos un jardín de recuerdos
Pétalos que son palabras gastadas
Raíces hundiéndose en el día y la noche
Ramas por las que nos vamos
En los huesos canta y anida la tierra y el viento
En los huesos la ceniza del destino
nuevamente mezclada
Y todos los cuerpos que florecen
Unida está la vida a los huesos
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::.
El cielo ya no es de ceniza
Sigo el canto de tus vigilias
Y sigo tus gritos de líquenes y helechos
Ya no hay más mundo que nuestros cuerpos
Grande es el verano como el silencio
Beso el alba de tus labios
Y saboreo la miel
No hay oscuridad en tus catedrales
Llama es la sangre
Y llama es la flor sembrada en la tormenta
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El mundo está afuera
En el canto del pájaro
En el lago y sus alas de niebla
Sobre las hojas del níspero
El rocío suaviza otra tarde
Afuera el mundo canta
Con sus leños de fuego
Con sus sombras de ramas
Con sus relieves en el lago
De nuevo
¡estos ojos vuelven a nacer!
Y te pierdes en la primera mirada
En el primer aleteo
En la primera línea
Que dibuja el gorrión en el lago
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::….
Como tu recuerdo
Del copo de los árboles se desprende la niebla
Y se va sutil por los ramajes
Que se confunden con el cielo
Asciendes la espiral de la palabra y la unidad
Como tu recuerdo brilla el follaje
Y una hoja cae
Junto a la sombra del mirlo solitario
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::.
Olvidadas palabras
Hablan el silencio del sueño
Vuelven en cifras luminosas
Abandonadas por la tristeza del eclipse
Palabras que buscas para encontrarte
Olvidadas en el silencio de la noche
En la luz que canta el día
En el liquen de las aguas
Junto a la sed del grito
Olvidadas palabras surcan el rio
Y en su sombra profunda
De nuevo se pierden
De nuevo se pierden
::::::::::::::::::::::
Tus palabras saben a néctar
Tus palabras atan mis huesos
Tus palabras empujan al abismo
Tus palabras
Lágrimas del sol
Venas de la tierra, aves del insomnio
Tus palabras son serpientes
Herida piel de pureza ondulante
Tus palabras
Una luz enferma
Sin tregua entre la noche y el día
Fría sílaba del amanecer
Tus palabras donde te inclinas
En las turbias fuentes del recuerdo
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Estrella de tu claridad
Tu destino
Relámpago de tu visión
Tu furia
Mar de tu oleaje
Serenidad
Sobre las piedras de tu destino
Vuelves a construir
Las alas de la alegría
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Era una estrella tu ojo de pureza
Tú hablas para silenciar el fuego
Para que la sangre llegue a su luz
Tú miras la rosa húmeda y lejana
Era un oleaje de humos secreto
Tú acaricias para descifrar el rocío
Para que la noche llegue a su día
Era una sílaba sin diamante
Para que tu palabra limpiara los ojos
Lejanos y austeros
Juan Diego Tamayo Ochoa ( Medellín, Colombia,1968) Poeta y docente. Licenciado en Lingüística y Literatura (U. P. B). Magíster en Filología Hispánica. (Instituto de la Lengua Española de Madrid)Ha publicado el libro de poemas: “Los Elementos Perdidos” (Poemas 1986- 1998). Cofundador del Festival Internacional de Poesía de Medellín. Ha sido invitado a diferentes Festivales Internacionales de Poesía. Ha realizado diversos talleres de Poesía y apreciación Poética. Poemas suyos han aparecido en las revistas especializadas de poesía: Prometeo, Misterio Eleusino, Imago, Punto Seguido. Tiene inéditos los libros de poesía: Palabra Espejo. Trazas del Bosque. A una Ciudad.
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Fernando Denis: LA CIUDAD DE LAS AGUAS.
Esta ciudad no tiene límites, su caos permanece, vibra al son de las olas, refulge como un oro al atardecer y al llegar la noche es un fantasma arquitectónico bajo la luna de alabastro.
El viajero se detiene en sus orillas, atisba sus faros, sus puentes elevados, la aguda simetría de las aguas batiéndose contra el infinito, el viajero anota en su cuaderno otro nuevo paisaje, otra música que rebota en los aceros y en los cristales, mientras los astros arriba echan sus barajas y se llenan de presagios, e inmediatamente piensa en Zbigniew Herbert, en sus versos calcados en un jardín de Polonia:
“ la ciudad se levanta sobre el agua
lisa como el recuerdo de un espejo
Se refleja en el agua desde el fondo
y vuela hacia una estrella sublime
donde el olor a incendio queda tan lejos
como un pliego de la Ilíada”.
Hay quienes han intentado trazar el mapa de esta ciudad hecha para barcos y nadadores, una ciudad hecha de fragmentos de muchas ciudades y que se ha ido perdiendo en los colores, en unos óleos que sufren la embestida de las tormentas, los huracanes, los tsunamis.
Es una ciudad para ser narrada por Conrad, por Stevenson, por Melville, perdida ya entre sus azules inenarrables, asediada por el mito, por el llamado de las sirenas, asediada por aves y por astros, por la voz del relámpago que llega vertical sobre sus rascacielos y sus relieves, y paso a paso, verso a verso, sus líneas se apagan en un horizonte brumoso, impredecible, impresionista, urdidor de tantos recuerdos viajeros. Ahí se detienen las sílabas, en esa pincelada del cuadro amanece.
La pintura de Oskar Larrañaga es un viaje hacia el caos del color, hacia la inmersión del pensamiento, y futuriza ese caos a través de una sutil denuncia ambiental.
Estos azules diabólicos, enredados en una terrible soberbia, envuelven la conciencia, la agudizan, moldean el destino humano. A cada instante, en cada pincelada, en cada gesto del milagro del color, del trazo rotundo que da suerte a esta inmensa catástrofe atmosférica que pretende corregir de algún modo la belleza del mundo, sobre el mar inmenso se ven los pavorosos reflejos, la turbadora soledad y el insistente arremeter del viento que acerca a las torres con noticias del poniente de oro.
Anochece, y en el tiempo hay una niebla quemada donde abre sus ojos el empinado cuerpo de un fantasma de piedra, una mole de incesantes parpadeos en sus ventanas. Alguien se asoma. ¿Es Ulises? ¿Maqroll el Gaviero? ¿Es acaso el capitán Ahab?
Hay una experiencia de torrentes y de arrecifes, y una disciplina arquitectónica moldeada por el brillo y el espeluznante color que baja del cielo. El nadador no concibe tanta inmensidad sobre la tierra, esta inenarrable agua que inunda el taller de Larrañaga y nos entrega una poderosa imagen, una visión desbordante, platónica, donde los colores son fantasmas y el trazo un mapa de la incertidumbre donde cae sigiloso el horizonte, donde cada gesto del paisaje espera su minuto de sombra, su porción de noche, y estos retazos de poesía se ahogan en un mar enfermo, un mar torturado por la belleza, cada frase del tiempo que lo nombra se detiene en sus ventanales como una ave de mal agüero, como una síntesis del presagio del fin del mundo.
Me detengo después de un largo viejo en esta margen del sueño, y sé que más allá del coro de estas aguas, la conciencia del pintor se recoge en la memoria y se diluye en el lienzo, en sus cadenciosos ritmos, a su trepidante emoción que es la emoción histórica y su derrota ente el azul abismo. Gira el norte, un albatros crea una línea en la pupila y se pierde en un verso de Derek Walcott.
Pienso en el libro de agua, en la mujer de agua, en el concepto mágico de esta alucinante forma de vida. Camino a la hora del crepúsculo por los líquidos corredores en un espejo que a ratos presientes la presencia de los Humeantes, esos apestosos forajidos que pueblan el mar de la película de Kevin Kostner, Mundo acuático.
Esta alegoría pictórica le confiere Oscar Larrañaga una idea distinta de acercarse a mundo y cortejarlo, de bajar al mundo con una lámpara encendida para iluminarlo de otro modo, incluso estas llamas que podrían arder al borde de su lienzo debido al recalentamiento global, eternizaríansu obra en un afán regresar al origen, de volver a las cenizas del alba.
Y es probable que detrás de la muralla, en algunos de sus callejones de arenas amarillas, te encuentres con estos versos clavados en un portón de hierro viejo:
I
he visto al centinela de las aguas que va y viene
dibujando centauros en las murallas
y en los patios, en los portones,
en los campanarios donde duermen los silencios
de bronce;
en la veneciade sus ojos habita la verde madrugada
con sus cirios envenenados de la edad y el asombro,
las ocres tormentas que agitan sus mapas
y sus barcos de papel,
la embriaguez de la primera palabra de la aurora
en los callejones empedrados del poema
cuando se han apagado los faroles
II
el centinela de las aguas deambula con los brazos
llenos de libros que pone a leer a las fuentes,
a los ríos, a las cascadas,
y recoge en el barro de la ciénaga los diamantes,
los zafiros, las monedas de oro
para dar de comer a los centauros
y a sus lebreles de piedra;
trae de la Sierra Nevada cántaros llenos de trinos
y colmenas de miel para endulzar las gargantas de las sirenas
OSKAR LARRAÑAGA
Nació en Bogotá. Es arquitecto, pintor y promotor cultural. Desde el año 1999, es Director de Exposiciones y Eventos Culturales de la Casa Cultural Arte Klan Destino. Actualmente, es Presidente de la Fundación Bogotá Arte Conexión – BAC- En BAC, ha sido director y fundador de los proyectos “Los 100 de Noviembre en la Plaza, 2006” “Los 100 en Simultanea, 2007”, “Con Arte y Con Parte, 2008-2009”, “Buscando Talentos, el arte en los colegios, 2010”, “Buscando Talentos, juntos y revuelos el arte en los colegios, 2011”. Con los cuales ha promovido el acercamiento del arte a mas de un millón de personas de las comunidades educativas del Distrito Capital, en al menos 300 colegios distritales y en otros espacios no concebidos para el arte como centros comerciales, plazas publicas y bibliotecas publicas, entre las que se encuentran: Virgilio Barco, El Tintal Manuel Zapara Olivella, Parque El Tunal, Julio Mario Santo Domingo.
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César Fernández Moreno: Último viaje a Buenos Aires
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César Fernández Moreno (Buenos Aires, Argentina, 1919 - París, Francia, 1985) |
aRaúl Alfonsín
…en cuanto a vos patria…
che patria que volás entre cielo y tierra como
pájaro entre sus dos alas
yo te voy a decir lo que necesitás
necesitás muchos hijos insolentes calaveras
generaciones de hijos desalmados
que te quieran que te odien furiosamente
que te tomen como una curva cerradísima
que te tomen como una copa de cicuta
que te tomen la mano la cintura
yo pongo sobre vos y nada más que sobre vos
todo mi cuerpo
a esta luz me dieron a esta luz me doy
y bueno soy argentino
Argentino hasta la muerte, 1954.
me dan a luz
me dan a luz me inician en el uso de la luz en noviembre de 1919
la revolución de octubre pero no de un mes antes sino de octubre de 1917
era mi hermanita mayor
ella había cumplido dos años uno de guerra uno de paz
pero yo ni siquiera alcancé a enterarme de sus hazañas y miserias
es que cuando yo nacía mi tío y padrino César
ya no podía vender más caballos para la gran guerra
yo había nacido en el año de nuestra semana trágica
allí empezaba la represión de los metalúrgicos por los militares (cfr)
pero yo recién nacido no alcancé a darme cuenta
ni entonces ni mucho tiempo después
tácitamente yo me conformaba
con la teoría económica que mi padre exponía en verso ese mismo año
“en la República Argentina
un hombre gana mil pesos
con unas cuantas ovejas
entre las calles de un pueblo” (cfr)
es cierto todavía quedaban unos añitos de prosperidad
el peso argentino iba del brazo de la libra esterlina
la Casa era todavía verdaderamente Rosada
Yrigoyen Alvear y después Yrigoyen viejito ya
“en este país” —él decía— “el que habla se jode”
pero en 1930 su cueva ya no le sirvió más
desde entonces durante medio siglo nuestro país devino el campo deportivo
de las fuerzas armadas
“cuando empezó mi desarrollo se acabó el país”
era la década del 30 yo me iba iniciando como podía
en el colegio nacional más multirracial de Buenos Aires
yo fundía en la misma amistad a los gallegos con los judíos con los italianos
aprendía los descubrimientos de los dos celebres tanos Galileo de Pisa y Tuñin
de la Boca
y mientras tanto Mussolini fundía balas para fundir a Etiopía
Hitler fundía en los hornos a los judíos
y entre nosotros el fraude perpetuaba a los duelos de la pampa húmeda y de la
bolsa empapada
los panamericanos es decir los norteamericanos entraban en Nicaragua (cfr)
y los franquistas ay entraban en Madrid
así flotaba mi insensible adolescencia a lo largo de la década infame
hasta que un día cumplí dieciocho años
y yo era todavía un chico que rememoraba su propia infancia en acertados tercetos
y mientras tanto Antonio Machado moría en el hotelito violeta de Collioure
junto al cementerio para que nadie se molestara mucho cuando lo llevaran
a enterrar
casi una revolución
cuando llegaron aquí los españoles el campo era lo más importante
claro no había otra cosa
ahora sigue siendo lo único importante o por lo menos lo único firme
claro el campo no puede moverse física ni mentalmente
¿conoce usted algún estanciero comunista?
y el que no tiene tierra pierde pie manotea como ahogado
se tambalea como abogado
el derecho sigue los meandros de la maldad del hombre
sea para evitarla sea para castigarla
a veces ay para protegerla
y como aquí nunca nadie paga a nadie
los abogados siempre pueden cobrar en nombre del acreedor
así que yo me dije tierra ya no me queda
y bueno soy abogado
gracias a tan noble profesión
hice fortuna pude comprarme el Fiat Topolino
la segunda guerra mundial estaba por terminar
tantos hombres cayeron en esos años
yo sólo había caído en el matrimonio
cuando me levanté me encontré padre
yo seguía soñando que era un personaje de Hemingway o de Fitzgerald
y en una de esas los argentinos casi se agarraron a cachetazos Perón casi les
regaló una revolución
ejerció una presidencia y casi otra
sus invocaciones a la patria eran tan repetidas y hueras
que yo fui llevado a formularlas al revés y me declare “argentino hasta la muerte”
un año antes que el dictador se transformara en el dictador depuesto
yo no podía imaginarme que su casi revolución
iba a ser largamente reprimida como si hubiera sido realmente una revolución
y que pasados treinta años
el mismo Perón iba a reprimirla más que nadie
el no quería que su revolución
dejara de ser casi
las prohibiciones
el comunismo está prohibido
de qué otra manera podría ser
el peronismo está prohibido
quizá podría ser de otra manera
agárrese ahora el radicalismo está prohibido
es demasiado radical hay que erradicarlo
tres golpes de estado tres
flor de percusionistas
al viejo Yrigoyen lo bajaron lo bajaron por viejo
al intransigente Frondizi por transigente
a Illia porque nadie sabía si era Illia o Illía
sin embargo al principio no te echaban a tiros
te iban quitando espacio de buenos modos
vos empezabas algo y nadie te decía nada
pero este es el país que parece y no es
parece rico pero la sequía
parece seco pero las inundaciones
parece culto pero mejor no
vos ibas caminando por lo tuyo
todo parecía que sí
sí pero no
todo lo que se te ocurría estaba siempre cerca del límite
no era necesario tener una conciencia política
moverse con cierta soltura era ya demasiado alarmante
tan inminente como la prohibición
pero de costado aparecía el soborno
mirá nene lo que te damos si te portás bien
tenías que ser como todos o no ser como ninguno
de este principio saldrían después los asesinatos
un muerto no es verdaderamente como ningún vivo
así te iban pechando hacia afuera hacia afuera o abajo
con pequeños ademanes apenas te dabas cuenta
de pronto te encontrabas sin poder hacer nada
estaqueado entre la prohibición y el soborno
en cuanto a mí para volver a mi marginal historia
el mismo día que derribaron por puro gusto a don Arturo
ese mismo día yo resolví probar otra luz
que no era la luz a la que me habrán dado a la que yo me daba
para qué lo hice
fue el primer ir de algo que luego se transformaría en ir y venir
y luego en irse
después fue apareciendo otro país donde yo ya no estaba
una generación dispuesta a matar o morir
acaso la de esos hijos calaveras de que yo había hablado
y después sin más vueltas
aparecerían
las calaveras de los desaparecidos
el des-inmigrante
él estaba de novio con la patria hacía proyectos para casarse
y ahora sólo le queda el pasado de su abuelo inmigrante
y el de su hijo que crecerá en otro país en otra lengua
para el que se fue se acabó el presente
se fue de la patria salió de la historia
a mí me engañaron siempre
decía el argentino fugitivo
me prometieron la Argentina de Vértiz
me dieron la de Sobremonte
me prometieron la de Mariano Moreno
me dieron la de Cornelio Saavedra
me prometieron la de San Martín
me dieron la de Pueyrredón (cfr)
me prometieron la de Güemes
me dieron la de Roca
me prometieron Dorrego
me dieron Lavalle (cfr)
me prometieron Rosas
me dieron Urquiza
me prometieron Yrigoyen me dieron Uriburu
me prometieron Perón me dieron Aramburu
me prometieron Frondizi me dieron Onganía
otra vez Perón pero qué cosa
me dieron Videla
así que ya no creo en más promesas
para eso me vuelvo a España qué carajo
mi abuelo se equivocó
no tenía para qué haber abandonado su aldea en Santander
qué tanta ropería al por mayor
qué tanta patria desconocida
cuántas travesías del Atlántico se hubiera ahorrado la familia
cuántas mudanzas derrumbándose
tantas vueltas para volver a lo mismo
y bueno soy español
querencias
fue así hermano Raúl cómo llegué a creer que la patria estaba perdida para
siempre
justo lo que vos no creíste nunca
y yo andaba buscándola y buscándola
cambiando querencia y querencia
primero España desde luego
luego América Latina donde de todos modos seguía metida la Argentina
Venezuela México y más que nada Cuba
y en Francia al principio y al final de esta peregrinación
a lo largo de una patria ausente para mí por diecisiete años
a la final todos los hombres del mundo tienen algo de argentinos
en un principio yo buscaba y a la vez rechazaba aquellas querencias de reemplazo
procuraba disminuirlas para así aumentar la patria ausente
hoy sigo amándolas soñándolas generosas maternales
cada una de ellas me sedujo a su manera
ofreció su techo tan protector como el de casa
dio sus frutos con sus nombres nuevos que pronto se me hacían cotidianos
amistades amores el sol la noche diferentes estrellas
y debo decirte che viejo vizcacha
que no siempre se me atrasó la parición
más de una vez se me adelantó
algunas profesiones
para los estancieros no había problema
todavía imitadores de los ingleses cuando no de los conquistadores españoles
en el mejor de los casos paternalistas pero a la vez castigadores de sus peones
explotadores de la hidalguía la elegancia el valor de los campesinos
indiferentes a todo lo que no sea vacas en el número suficiente
para iluminar su árbol genealógico para permitir el viaje a Europa
rústicos que aprendieron algunas mafias francesas
la cultura para ellos es una flor en el ojal
del saco azul a rayas para el jockey club
tampoco había problema para los jóvenes ejecutivos
jóvenes intelectuales o estancieros fácilmente transmutados en ejecutivos
ya orientada hacia el norte su admiración sumisa por los sajones
aventureros de sus boîtes y sus entregadas secretarias
automovilistas de gran audacia
llega hasta frenar con gr4an ruido de gomas frente a la Biela Fundida
para algunos intelectuales no había problema
quiero decir el tipo medio del intelectual argentino ese que mide su gloria
por el cuerpo en el que La Nación le titula su soneto hebdomadario
el que recita para los ricos gustadores de la belleza del Círculo de Armas
el que sigue escribiendo sobre las ruinas de Pompeya
sin pensar para nada en las casa baratas de Nueva Pompeya
pero también surgía una nueva generación entre las explosiones y los escombros
así es nuestra patria cuanto más atrás le cortan el pasto de sus potreros
más crece el pasto y hasta florcitas
en cuanto los comandantes que vinieron a perfeccionar la insuficiente represión
desatada por los herederos de Perón
esos comandantes sabían muy bien qué clase de Argentina querían
una Argentina agresiva entonces primero ellos mismos
agropecuaria entonces primero los estancieros
importadora entonces primero los ejecutivos
financiera entonces primero los banqueros
abajo quedaban todos los demás argentinos divididos sólo en dos grupos
los mansos
a quienes se les permitía vivir y morir en la impotencia
y los que no eran mansos los subversivos
incluyendo a los que no lo eran pero así llamados para simplificar
para todos ellos el secuestro la tortura la muerte
o por lo menos el exilio
envejecer de golpe
morir
pero el pueblo pensó
pero detrás y debajo de todos
detrás y debajo de los intelectuales los abogados los estancieros los ejecutivos los
comandantes
detrás y debajo de todos estaba el pueblo
el pueblo adelante y arriba de todos
el pueblo acostado que no pensaba más que vertical
ese pueblo pensó y salvó a todos
“aquí lo mejor que tenemos es el pueblo”
tuvo razón Perón esta vez en su contra
el pueblo conversador valiente irónico cordial
él te explica bien por qué te perdiste te acompaña hasta la esquina para mostrarte
el buen camino
y el pueblo no votó por fantasmas ni por aparecidos
prefirió consultar a un joven abogado de Chascomús
que recitaba el preámbulo de un librito olvidado
y entonces
llegó el doctorcito y mandó parar
sólo entonces volví a darme cuenta
que yo como todos los que nacimos y nos criamos en esta patria
estoy sentenciado sin apelación a ser argentino
hasta la muerte como dijo Guido y Spano
yo me copié de él pero él se había copiado de la realidad
así que no te hagas más el loco muchacho
zapatero a tus zapatos
esta es tu tierra este tu cielo estos tus hermanos caiga quien caiga
se te cortó el sueño del pibe
no sios universal ni europeo ni latinoamericano
ni siquiera rioplatense
acaso ni siquiera argentino
sólo porteño
nada de lo que vos digas o hagas tiene sentido sino para otro porteño
y con suerte para otro argentino
volvé a tu punto de partida
allí podrás hacer todo lo que pensabas hacer en la vejez
y si no volvés no habrá para vos ningún punto de llegada
ni siquiera la muerte muchacho
pero en cambio si volvés
vas a morir como un señor
el último viaje
y entonces resolví volver a Buenos Aires
otra vez destino Buenos Aires
“no se puede con este nombre feliz” (cfr)
tenía razón la vieja etiqueta de mi valija
y allí me encontré como todos
un país todavía cortado a la medida de los comandantes
cuarteles muy bien terminados
autopistas sin terminar derrotadas por el pastito
hoteles internacionales donde no alcanza la plata ni para pagar la propina del
portero
las casas crecidas caóticamente como los yuyos en un baldío
los frentes de la planta baja decorados para seducirte
los nombres de los comercios llevan apóstrofes y vocales que nadie sabe traducir
Gaucho’s O’Pizza Mc González
las muchachas llevan sobre los senos frases en inglés que ellas tampoco saben
traducir
la publicidad insiste en que te conviene ser joven y rico
y una generación de chicas periodistas
ha surgido sedienta de verdad
dios te libre que caigan sobre vos
el servicio doméstico sirve a los señores como para evitarles todo sufrimiento
el subempleo propone sus lustradores perfeccionistas
sus deportivos y señoriales porteros del barrio norte
su escuela filosófica de los peluqueros rivalizando con los peripatéticos mozos de
café
sus empleados de vender cospeles porque las monedas no se pueden usar como
fichas
qué esperanza ellas ruedan a la velocidad rutilante de la inflación
y son suplidas por papelitos marrones que se van despedazando de mano en mano
salvo las manos de los colectiveros que los clasifican y archivan como
bibliotecarios
“el corralón seguro ya opinaba”…. Alfonsín
y ahora Borges opina todos los días sobre política
mientras los poetas grandes o agrandados
acceden a dejar resbalar sobre las páginas impermeables de ciertos suplementos
literarios
algunas confidencias sobre los matices de su trascendental inspiración
los novelistas andan mejor ellos son
o bien “tel quel” el “nouveau roman”
o bien revienten en tu cara un riñón medio crudo
otros en fin baten mejor el gancia y el campari
por su parte el lenguaje popular
indiferente a casi todo eso
sigue inventando giros y girando palabras
dejando atrás a algunos escritores ausentes
que todavía insisten con el apolillado lunfardo de los años 40
¿no es cierto pibe? quiero decir flaco gordo loco negro tío papá…
los colectiveros y el dulce de leche
un hombre-percha bajo el calor pasea su saco colgado en el pulgar detrás del
hombro
no vayan a pensar que él no es un hombre-percha, sino un descamisado
otro canoso y alto con algo de barriga otro un arquetipo nacional
hace equilibrio en el colectivo con sus mocasines claros sin medias
por suerte el colectivo está equipado de agarraderas y pasamanos como el cuarto de
un inválido
no otra cosa somos los pasajeros de un colectivo
entre el humo y el ruido de los escapes libres
la libertad de los escapes
la única que no nos faltó nunca
ya ven el colectivo una de las más bellas creaciones de la cultura nacional
aparece inevitablemente de tanto en tanto en esto que yo insisto en llamar poema
digan lo que digan los que sólo viajan en auto particular
mientras tanto escuchá en los restaurantes
los alaridos de la tribu devoradora de bifes de chorizo
a veces ay reducidos a minibifes
cuando no masticados en un semipiso
lo más chic es usar sacarina en vez de azúcar
la tribu ha aprendido a comer mirando algo más que la papa frita
paisajes árboles aunque sea cortinas de colores
por lo menos en los lujosos restaurants con nombres extranjeros
que vienen a ser las tumbas del lado de acá de la Recoleta
¿usted qué opina de la antropofagia?
¿creía usted que torturando y matando intelectuales
adquiriría sus virtudes?
los hechos demuestran lo contrario
y gracias a dios el dulce de leche
se desparrama sobre todos nosotros como una fatalidad
la luz a que nos dieron
y pensar che Raúl que me hubiera bastado
tocar tu timbre atravesar tu zaguán de Chascomús
para juntar naturalmente la realidad con mis famosos papeles
así que cómo no ponerme ahora al lado tuyo
al lado es decir donde estábamos cuando éramos pibes
cuando vos estudiabas la constitución al lado mío
“ahora que Chascomús duerme su siesta”
ya sé tu trabajo no será fácil
que será difícil casi imposible
como yo pensaba antes de que vos me demostraras lo contrario
pensar dejar que otros piensen
calmar el hambre de pan fresco y sentencias justas
limpiar el enchastrado patio internacional del país
demoler las medianeras que ahogan nuestra América
pero vos como buen hijo de Chascomús sos barrero viejo
sabés bien que la huella es la huella
no te vas a quedar si una costalada te manda a la cuneta
Chascomús “agua muy salada” en araucano
agua buena para las heridas
otra vez los libres del sur
pero tan federales como las estrellas federales
Chascomús rico pero no tanto
hay que calcular bien la lluvia la parición de los pejerreyes
y el país es rico pero no tanto
y entonces al país le conviene volverse un poco Chascomús
así que basta ya de siesta para todos
que todos vengan a leer con vos aquel librito de la juventud
que los tres poderes funcionen sin pararse
como los tres corazones de un mismo cuerpo
que las provincias otra vez unidas
aprendan otra vez a compartir el mapa
porque la patria era sí ese espacio
esa bailarina con un brazo en alto (cfr)
y también era un abismo de tiempo amenazado siempre por el vacío
lleno de sangre de tanto en tanto
y ahora empezamos duramente de nuevo
para ver si podemos
llenar ese vacío de otra cosa
que no sea la sangre derramada
a esta luz nos dieron nuestras madres
a esta luz nos dimos
a esta luz velada tantos años por el último golpe de sangre
pero que hoy nos alumbra como el primer día
y esa luz ¿qué nos pide?
sólo que sepamos abrir los ojos para verla
de una vez y sin más tardar
(1983)
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Robert Lowell: Recuerdos de la calle Oeste y de Lepke
![]() |
Robert Lowell |
Sólo doy clases los martes y leo, soy un ratón de biblioteca
en piyamas recién salidos cada mañana del secarropa,
y ocupo toda una casa en la “casi nunca apasionada
calle Marlborough de la ciudad de Boston”,
donde incluso el hombre
que revuelve la basura en los contenedores
del callejón trasero, tiene dos hijos, posee
una camioneta , un ayudante
y vota por “los republicanos”.
Yo tengo una hija de nueve meses de edad,
suficientemente joven para ser mi nieta.
Al igual que el sol ella amanece en su piyamita
rosa flamenco intenso.
Estos son los tranquilizados cincuenta, y yo ya he cumplido
los cuarenta. ¿Debería arrepentirme de mi tiempo de siembra?
Fui un católico O.C. en llamas e hice mi maníaca proclama,
acusando al estado y al presidente, luego
esperé en un calabozo mi sentencia, sentado al lado
de un muchacho negro con ensortijadas hebras de marihuana
/en su cabello.
Condenado a un año,
caminé sobre los techos de la cárcel de la calle Oeste, un
espacio no más largo que la cancha de fútbol de mi escuela,
y vi el río Hudson una vez al día a través de la ropa agitada
por los vientos, tendida en las azoteas y de los amarronados
edificios de departamentos, blanqueándose a la intemperie.
En mis caminatas discutí afiebradamente temas metafísicos
con Abramowitz, un tipo cetrino, amarillento (“en realidad bronceado”)
un pacifista peso mosca,
muy vegetariano,
usaba sandalias de soga y suela de yute
y prefería la fruta caída.
Él intentó convencer a Bioff y Brown,
los proxenetas de Hollywood para que adoptaran su dieta.
Ellos, peludos, musculares, suburbanos,
vestidos en trajes color chocolate con sacos cruzados
se hartaron y le dieron una paliza que lo dejó azul -negro.
Yo estaba tan alejado del mundo que nunca
había escuchado hablar de los Testigos de Jehová.
“¿Sos un O.C.? Le pregunté a otro preso, un pájaro de cuenta.
“No,” me contesto, “Soy T.J.”
Él me enseño a tender la cama como lo hacen en los hospitales,
me señaló al Zar Lepke, miembro del Sindicato del crimen,
quien de espaldas y en camiseta hacía tiempo
en la lavandería, doblando y apilando toallas
o caminando lentamente hacia una celda aislada
llena de objetos prohibidos al preso común:
una radio portátil, una cómoda, dos banderitas americanas
entrelazadas con una palma pascual.
Fláccido, calvo, lobotomizado,
flotaba tímidamente, tranquilo,
en ese territorio donde ninguna reconsideración
por agonizante que fuera
lograba estremecer sus pensamientos, concentrados en la silla eléctrica,
que pendía como un oasis en su atmósfera
de conexiones perdidas…
(Versiones Esteban Moore – Vanesa Malrossa)
↧
↧
Pedido de ayuda.
Mi intención primera, fue reordenar el gadget de Enlaces del blog; pero por acción fortuita e inesperada borré completamente su contenido. A pesar de mis esfuerzos no he podido
recuperarlo.
Por lo tanto solicito a todos aquellos que ingresan en www.alpialdelapalabra.blogspot.com
que estaban linkeados o deseen estarlo me reenvíen su dirección de blog a edmundokirk58@gmail.com para reconstruir mi lista de enlaces.
Muchas gracias.
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Las cenizas del Cóndor
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Luis Pereira: El paisaje en gualeguay.
Luis Pereira |
el paisaje en gualeguay
nombrar el paisaje.
juan l. ortiz, poeta de gualeguay
como decir
paraná paso zárate mas allá
poetas de rosario rockeros baladistas
cómicos
nombrar el paisaje en gualeguay
tierras baldías mas allá del litoral.
Acá dicen que Onetti fundó Montevideo
¿o fue Darnauchans?
¿o Ruben Lena?
el paisaje no es el azul que viaja
el río de los pájaros
la sensación de vuelo en bandadas de
aves migratorias
Zelarayán describiendo la gran salina
la intertextualidad resultante la
construcción de los afectos.
nombrar el paisaje.
juan l. ortiz, poeta de gualeguay
como decir
paraná paso zárate mas allá
poetas de rosario rockeros baladistas
cómicos
nombrar el paisaje en gualeguay
tierras baldías mas allá del litoral.
Acá dicen que Onetti fundó Montevideo
¿o fue Darnauchans?
¿o Ruben Lena?
el paisaje no es el azul que viaja
el río de los pájaros
la sensación de vuelo en bandadas de
aves migratorias
Zelarayán describiendo la gran salina
la intertextualidad resultante la
construcción de los afectos.
Pereira, Moore, Verzi, Maldonado 2014. |
del Encuentro de Escrituras que desde hace una década se realiza en Maldonado, ciudad en la que reside.
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Aldo Mazzucchelli: Fragmentos
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Aldo Mazzucchelli |
De Retahíla (fragmento)
entre las hileras de ramas a la calle
la tropa de días que se arriaba callada
iba moviendo la tarde infinidad de aires
oído agudo, criatura negra
todavía se sacude la rama negra,
aire con piedras y eucalyptus
espinillar verdinegro
el tren de fierro se oía pasar
sierras altas con montes de eucalyptus
negros vacíos plomadas
crestas de piedra, arroyos blancos
caminos que se bifurcan en calma
a ninguna parte, ramas grises y tupidas de cedro
se agitan en el cielo de tormenta
con ritmo de escoba sagrada
camino al Marco de los Reyes
ramas muchas y oscuras, palabras
que no tendrán nunca el mismo valor
estructuras vacías que componen la vida
buscando leña antes que se haga noche
la sombra se le dobla y cae
mojando el pasto cabe el molle ceniciento
crujir de madera una tarde de invierno
o cuando por un camino
de madrugada papelea el murciélago todavía
sobre la tierra negra, y atrás del monte
empieza a encender la vela nublada
la alborada confusa
los bichos que parpadean
sobre el borde pedregoso de la sierra lejana
el cartel de madera azul pintada
los pinos barbilargos
el latido del sol en el agüita
por el desorden introducido en los ojos
no paisaje: lugar de huesos
sobre el maíz, sobre el plantío desgarbado
más acá de la sierra, sobre la sombra
hacia el cerro Catedral
negras bandadas articuladas vuelan
río marrón donde un dios deteriorado canta;
cañada en el pasto fino
silabeando en plata el hilo
construir una ruina discreta
ojo de piedra observando, girando
en un cono de arena al través de las edades
para alcanzar una relación, la palabra de alguien,
lejos la ladera verde y gris que reverbera manantiales
hay hierba en las hendiduras de las tumbas
un cantito humilde y persistente
se ve cómo conversan el agua y el hierro
a lo largo de carreteras y caminos el agua tosca
viernes santo lloviendo, llueven nubes paganas
de los griegos
el sol egipcio en la niebla igual labra geométrico
junto al cadáver del automóvil incendiado
bajo toldos varios y entre armas imprecisas
más o menos herrumbre de la patria
y el ganado perdiendo la mirada en cosas sin sentido
ondulamiento adrede de las crestas de los Caracoles
en el sinuoso territorio se estaba, sentimiento sin piel
campos de Carapé con cerros viejos y viejos habitantes separados;
carretas negras andando en la noche sobre piedras las ruedas, fogonazos
acampamientos ruinosos tomando el agua pura
de la cañada que baja de semanas anteriores
soñé con una cara triste que me miraba
ni el recuerdo oscurecido de los ceibos
ni el sonido de los huesos al golpear las piedras del camino
en la luna pizarra de Molles de Aiguá
del bajío a la sierra el papirotazo, el repentino escándalo
de la aurinegra bandada de tordos de bañado
hay un alambrado de siete hilos que atraviesa la memoria
lo que se quiere oculta con siete telas
el enjambre de los pensamientos
pasos que conducen a un barro un arroyo
muros marrones derrengados
un perro se acurruca en circulares pensamientos
bajo la luz de la luna indiscutible
que está en los cielos y en los charcos del pasto
hubo un campo
y un maizal que al atardecer se me inclinaron
los recuerdos y el olvido zorzales y comadrejas habitantes
de tal tarde
y tal mirada serena
las perdices plateadas que recuerdan
ojos acuosos desordenados del ganado en los campos de perlas de rocío
en las hojas que piensan del laurel y el desordenado verde del romero
las cosas que terminan y comienzan
la barbarie de un hombre que apedreaba unos perros
los trenes como discurso de picapedrero muerto
bandadas azules o negras en el cielo azul o negro
cuando el tordo y cuando el cuervo
dibujando escuálidos jeroglíficos
en lengua lejana los trazos amargos, el campo ciego, el pasto
las diferencias de cuna y nacimientolos baldíos desconformes
el sonido de cristales en el balde
las voces en la siesta bajo bolsas de arena húmeda
las ideas hiladas dulcemente por los echados perros solitarios
tornasoles perdices que recuerdan
todo en un triste camino latitudinal
fotografía de hermosas sepulturas, sonidos son lo cierto aun en la duda,
se escuchan cazadores a lo lejos
y amontonando vísperas
el recuerdo de Carapé como una catedral
insólitamente abandonada
sin poder moverse tendida en el campo animal marino
tendiendo las palabras, único sobreviviente de esta memoria
desde el seco líquen
al sur de los caminos
donde canta y se pierde la fecha de mis años
monte, luz, follaje de los ecos
hoy ovejas prehistóricas pregonan
el campo medieval de Mataojo
el campo medieval de Carapé
con la gente callada con las botas de potro
en el horno de cal el polvo sueña
pasa el hombre de céspedes eternos
en el sentido de los muertos cavan para maíz y se entierran
duerme la tierra blanca y las porteras cuidan
resecas cerradas perdidas
duro campo tendido en su edad media
duerme también el cielo echado en pasto
se separan por alambres el camino y las ovejas muertas
en la lúgubre baraja en los tientos ociosos
el peón cabalga entrevero de cerros paz y viento [...]
***
De El Entresijo
4
Dónde habrá quedado el corrimiento aquel. Lo trabajamos
con el Lito y la Sandra por frente y perfil, para que no fallase
en el encastre. Por General Flores a la izquierda, yendo, la
puerta más ancha te acomoda de perfil, pero tres de alto,
hechas para comunicar lo espiritual. No se trata de entrar
ni salir sino de girar la cabeza. Ajenjos de carpintería, olores
celestiales que te hacen un agujero en cada pulmón, donde
se rellena a viruta. Ahí al fondo del corredor está el depósito
de trenes lleno hasta el tope, vías que no terminan pero
se curvan y no viste más, cinc de las dos maneras, vertical
como de decisión tomada y horizontal como de Orlando
del raterío, pa resbalar largo con la lluvia y caer como un
copo en los yuyos eviternos, ordenados continuamente por
un loco. En estos paisajes traseros cabe alguna diagonal,
pensada por un político coloreado para parecerse al mundo.
Hay algo tangueramente derrapante en ese fracaso que nos
azuza y nos desespera.
5
Entonces, ¿sirve el gaucho? ¿besa? ¿amorrala? ¿se sucede a sí
mismo como una exhalación? ¿es de buen andar? ¿trabaja
con la hembra? ¿usté lo conoce de mentas? ¿ha visto? Le doy
esta serie de preguntas, pero tengo otras tantas y cien series
más para darle. Igual no entendería quien no hubiese esta-
do. Clavado en la neblina de una mañana más o menos por
Illescas, o Mansavillagra. Mitad de camino. Todo el piso es
una telaraña sola, tan blanca que lo verde del pasto parece
nieve escocesa. Del piso helado sale humo. Hay una eviden-
te cercanía entre whisky y criollo, que el tango no compró,
ocupado como estaba en llevarse todo puesto, rodillas, ca-
suchas, amor, gente, odio y compartimentos. Solo respetó el
respeto el tango —y de ahí que no se lo pueda derrumbar.
El tango le hace un ocho a todo menos a lo que respeta. Ah,
pero ese no derriba. Y ahí los tiene. ¿Y el gaucho, entonces?
El criollo, ¿dice?
Aldo Mazzucchelli (Montevideo, Uruguay, 1961) Poeta, escritor, ensayista y músico. PhD en Letras por la Universidad de Stanford. Ha publicado poesía y ensayo. Premio Bartolomé Hidalgo 2010 a mejor ensayo histórico por La mejor de las fieras humanas. Vida de Julio Herrera y Reissig (Montevideo, Taurus, 2010; 2d ed. Punto de Lectura, 2011). Sobre este mismo autor es además responsable de otros dos trabajos: Julio Herrera y Reissig. Tratado de la Imbecilidad del país por el sistema de Herbert Spencer (Montevideo, Taurus, 2006) y Julio Herrera y Reissig. Prosa fundamental. Prosa desconocida. Correspondencia (Biblioteca Artigas, Colección de Clásicos Uruguayos, 2012).
Su poesía ha recibido numerosos premios y distinciones, es incluida habitualmente en antologías de poesía uruguaya contemporánea y ha sido traducida al inglés, sueco y portugués, publicada en Brasil, Estados Unidos, Suecia y México. Ha sido profesor en el Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Brown (2007-2014). Actualmente es Profesor Titular, Grado 5, en la Facultad de Humanidades, UdelaR, e Investigador Asociado de la Universidad ORT Uruguay. Editó Insomnia, suplemento cultural de la revista Posdata. Es uno de los cuatro integrantes (junto a Amir Hamed, Gustavo Espinosa y Carlos Rehermann) del espacio Interruptor.
Libros de poesía publicados por el autor: Automovilistas antiguos. Publicación parcial en Premio 12 de Octubre. Concurso 1982. Arca ed., Montevideo, 1982. Fotografías, paisajes. Publicación parcial en Antología ’83. Imago, Montevideo, 1983. El río desconocido. Casa de Cultura, Montevideo, 1988. Después de 1984. Arca ed., Montevideo, 1989. Ánima. TAE ed., Montevideo, 1990. Las ideas fijas. Ediciones de la Pluma, Montevideo, 1993. Wysiwyg. Artefato ed., Montevideo, 2004. Retahíla. Poesía 1982-2015. Estuario, Montevideo, 2015.
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Carlos Germán Belli: 6 Poemas*
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Carlos Germán Belli |
POEMA
Nuestro amor no está en nuestros respectivos
y castos genitales, nuestro amor
tampoco en nuestra boca, ni en las manos:
todo nuestro amor guárdase con palpito
bajo la sangre pura de los ojos.
Mi amor, tu amor esperan que la muerte
se robe los huesos, el diente y la uña,
esperan que en el valle solamente
tus ojos y mis ojos queden juntos,
mirándose ya fuera de sus órbitas,
más bien como dos astros, como uno.
SEGRAGACION NO. 1
(a modo de un pintor primitivo culto)
Yo, mamá, mis dos hermanos
y muchos peruanitos
abrimos un hueco hondo, hondo
donde nos guarecemos,
porque arriba todo tiene dueño,
todo está cerrado con llave,
sellado firmemente,
porque arriba todo tiene reserva:
la sombra del árbol, las flores,
los frutos, el techo, las ruedas,
el agua, los lápices,
y optamos por hundirnos
en el fondo de la tierra,
más abajo que nunca,
lejos, muy lejos de los jefes,
hoy domingo,
lejos, muy lejos de los dueños, entre las patas de los
animalitos, porque arriba
hay algunos que manejan todo,
que escriben, que cantan, que bailan,
que hablan hermosamente,
y nosotros, rojos de vergüenza,
tan sólo deseamos desparecer
en pedacititos.
ALGUN DIA EL AMOR
Algún día el amor yo al fin alcanzaré,
tal como es entre mis mayores muertos:
no dentro de los ojos, sino fuera,
invisible, mas perenne,
si de fuego no, de aire.
PAPÁ, MAMÁ
Papá, mamá,
para que yo, Pocho y Mario
sigamos todo el tiempo en el linaje humano,
cuánto luchasteis vosotros
a pesar de los bajos salarios del Perú,
y tras de tanto tan sólo me digo:
«venid, muerte, para que yo abandone
este linaje humano,
y nunca vuelva a él,
y de entre otros linajes escoja al fin
una faz de risco,
una faz de olmo,
una faz de búho».
¡OH HADA CIBERNETICA! . . .
¡Oh Hada Cibernética!, ya líbranos
con tu eléctrico seso y casto antídoto,
de los oficios hórridos humanos,
que son como tizones infernales
encendidos de tiempo inmemorial
por el crudo secuaz de las hogueras;
amortigua, ¡oh señora!, la presteza
con que el cierzo sañudo y tan frío
bate las nuevas aras, en el humo enhiestas,
de nuestro cuerpo ayer, cenizas hoy,
que ni siquiera pizca gozó alguna,
de los amos no ingas privativo
el ocio del amor y la sapiencia.
OH HADA CIBERNÉTICA
Oh Hada Cibernética
cuándo harás que los huesos de mis manos
se muevan alegremente
para escribir al fin lo que yo desee
a la hora que me venga en gana
y los encajes de mis órganos secretos
tengan facciones sosegadas
en las últimas horas de día
mientras la sangre circule como un bálsamo a lo largo de mis cuerpo.
AMANUENSE
Ya descuajeringándome, ya hipando
hasta las cachas de cansado ya,
inmensos montes todo el día alzando
de acá para acullá de bofes voy,
fuera cien mil palmos con mi lengua,
cayéndome a pedazos tal mis padres,
aunque en verdad yo por mi seso raso,
y aun por lonjas y levas y mandones,
que a la zaga me van dejando estable
ya a más hasta el gollete no poder,
al pie de mis hijuelas avergonzado,
cual un pobre amanuense del Perú.
CARLOS GERMÁN BELLI (Lima, 1927). Premio Nacional de Poesía en 1962, Premio de Fomento a la Cultura (otorgado por la Sociedad Nacional de Industrias) en 1986, Premio Iberamericano de Poesía Pablo Neruda 2006 entre otras muchas distinciones, su obra publicada comienza en 1958 con el título Poemas; al que le sigue Dentro & fuera (1960); Oh Hada Cibernética (1961); Por el monte abajo (1966); Sextinas y otros poemas (1970); En alabanza al bolo alimenticio (1979) entre muchos otros títulos que serán entregas nuevas y antologías de su obra ya publicada. Fue candidato al premio Nobel el año 2007.
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Roberto Mascaró: Poemas
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Roberto Mascaró |
Muchacha de Málaga
No es otra esta sino la chica prístina
que tendida en las leves arenas de Málaga
ocupa casi entera la península.
Allí está, como bello juguete mecánico
junto a las restallantes aguas del piélago
posando como un ícono.
Sus ojos: dos indianos ídolos
que nada tienen de mirar hierático.
Sus sentimientos son a veces nítidos;
casi nunca traslúcidos.
Por eso dejan esperanza sólida
cada vez que la veo y el monólogo
merecerla debiese para un día ser diálogo
y deseo magnífico.
Siempre he admirado a esta muchacha sólida
de manos grandes y rubóricas
que un día quisiera que llegasen beatíficas
para brindarse impávidas
como dos pavorreales que se abriesen benéficos
y se cerrasen como células ópticas
despertando al estímulo.
Con ella se apaga el sol de Málaga
y las estrellas se vuelven puntos cómicos
y me llega de pronto un terror cósmico
que me obliga a dormir.
Esto todo es, de acuerdo, esdrújulo
elemento, de a ratos feliz y a veces básico
ciclo que ha de cursar infante pálido
pero duro y salvaje como indígena
que poblar pudiese esta república
que la chica de Málaga
a formar va con mítica
indumentaria, con su alma que lúcida
es sin duda, porque fulge sin mácula
en la clara penumbra de mi cuarto poético.
Soliloquio sado-masoca de nosotros
.
En la soledad hablo solo, o conmigo mismo, en silencio o voz alta,
y no sé si otros hablan consigo mismo o solos
porque nunca lo cuentan, como yo no lo digo.
A menudo me aburro de mis propias manías,
me peleo conmigo mismo, me ataco y me defiendo
y me condeno y me hundo en el olvido
de mí mismo, me abandono, abro mi corazón
a mi propio corazón, lo cierro,
me muestro cara a cara, me comprendo,
me enfrento con mi propia sombra,
me pongo los tacones altos frente al tocador,
apoyo mis acciones, severo me condeno,
me malentiendo acaso,
me engaño y me oculto hasta ya no encontrarme,
me miento en las propias narices de mí mismo,
me resigno a ser mi yo falso frente a mi falso yo,
me exalto y glorifico,
me arrepiento de todo y de nada,
me chongueo a una morocha junto a la rambla Sur,
elaboro mi complicada emblemática,
mi toponimia,
mi pacotilla,
mi mineral ordeno sobre mesas rituales,
me encomiendo a los más altos mandos imaginables,
y termino precipitado en la angustia y la alegría
de la vida, el amor y la muerte.
Y yo conmigo, yo y yo, en la soledad
(como en la soledad de otros)
somos dos, mano a mano,
rostro frente a rostro,
como en el Gran Masturbador de Salvador Dalí
(que no es obra freudiana mas monumento místico).
Somos dos, la pareja
(que sombra ya te has vuelto, pareja,
monstruo prehistórico
tal vez nacido en húmedas cavernas)
inseparable.
Discutimos punto por punto cada tema,
desde distintos ángulos, profundizamos
y confrontamos toda verdad con lo real, es decir,
sometiendo toda prueba ante el juez implacable
que es cada Otro y también el Los Otros y también el Nosotros.
Historia de Pat Garret y Billy the Kid según Marcial Lafuente Estefanía
Pat Garret y Billy the Kid eran dos malandrines del lejano Este uruguayo,
más exactamente, de Valizas.
Juntos robaron bancos, violaron y mataron a gusto
-aunque Billy no necesitaba el dinero, ya veremos por qué
por toda la comarca.
Muchos años después
Garret llegó a un pueblo de mala muerte y se enfrentó a Billy.
Matearon.
Pat dijo: “Billy, hemos sido compinches.
Ahora ya no lo somos. Para la ley trabajo.
Si antes era malandro y parte de tu banda,
ahora soy madero y creo que si te agarro
a culo descubierto, ¡yo te tumbo, chaval!
Hay una recompesa seria por tu cabeza.
Acéptalo: los tiempos han cambiado”.
Billy tenía éxito con las rubias
cuando hacía relucir las hileras perfectas
de sus dientes blanquísimos como perlas
o mostraba la hilera perfecta de sus dientes blanquísimos.
Por esto, hasta los rochenses decían que era bello.
Billy dió vuelta el mate, chupó con ruido el último,
se paró, sonrió y le dijo a Pat:
“Los tiempos podrán haber cambiado
pero yo no he cambiado. Pat, vamos,
¡recuerda viejos tiempos, chico!,
una morena bajo cada brazo,
como aquella primavera en Progreso, ¿eh?”.
Al final de esta historia Pat liquida a Billy
y el status quo vence, y el mundo
se equilibra otra vez, y otros Billy
the Kid y Pat Garret forman bandas
de crueles forajidos que deambulan
por el Lejano Este uruguasho y otros sitios del planeta.
Casualmente, en la sala del dentista leo las declaraciones
que al fin Marlon concedió
He aquí la entrevista que se negó a conceder.
Rotundamente se negó. Su argumento:
“No veo el punto de interés. Todos, como yo, son actores”.
Dedicado a la vida meditativa, observa en calma las hormigas
que suben por el fregadero de su casa en Tahiti.
“Actuamos cuando, por ejemplo, alguien nos interesa
y volteamos la vista para aparentar lo contrario”.
Ya ue cualquiera, como su perro
actúa en consecuencia cuando quiere comer;
ya que todos, de una manera u otra fingimos;
ya que todos somos estrellas de algún firmamento
que se curva únicamente sobre nosotros,
sobre cada uno y sobre todos nosotros;
ya que el mundo es un escenario y un set de filmación,
no, más bien cada segundo de la historia es una escenografía,
cada lugar del universo es un estudio de cine,
ya que un espot nos cubre en cada acción que emprendemos,
cada vez que elevamos la taza de café,
cada vez que prometemos amor a nuestro amor,
cada vez que juramos un odio irreconciliable
a nuestros enemigos, cada vez,
ya que cada uno, cada vez,
en cada instante, a cada sílaba, en todo momento,
ya que cada uno de los elementos del universo
(sin olvidar los planetas los asteroide los agujeros negros
las enanas blancas las células los átomos)
es un actor en acto actuando,
¿para qué una entrevista?
Él medita. Sabe que los millones
de dólares que se negó a ganar
podrían haberse invertido en su más grande sueño:
una película sobre la masacre que los blancos de América
cometieron contra los indígenas de América.
En la entrevista (que él se negaba a conceder)
él mismo, gordo, calvo, blanco, se reclina en su silla de jardín.
Mueve la boca, que es el instrumento de un actor muy famoso.
Sus ojos giran en este aire de verano, miran hacia adentro.
¿Decepcionado de los productores?
Jamás le interesó el cinematógrafo.
En una escena de El Padrino, reconoce, incluso,
que se equivocó en todo. La crítica encuentra en esa parte
el mejor momento de su carrera.
Dice: “La vaca que tajan de un machetazo
en una escena de Apocalypse now valía más que toda
la historia del cine americano. “Yo soy, en realidad, esa vaca”.
Nadie lo ha entendido. “Como nadie entendió
que fue mío el deseo de que María Schneider
metiera en mí sus dedos untados en mantequilla.
¿Entiende usted que todo fue un gran malentendido?”
Sopla una leve brisa de atardecer.
Las sombras no han caído, pero ya van a caer.
La entrevista que nunca concedió,
que jamás concederá, que ningún hábil periodista conseguirá jamás,
está por concluir.
Y agrega, sarcástico:
“En realidad mi sueño más preciado, la película
de la que le hablé, sobre la masacre, ésa
ya se filmó (estoy en paz): si no me cree,
léalo en las crónicas, allí están registrados absolutamente
todos los nombres de los actores”.
“Claro, también quisiera ser el inventor de una milagrosa terapia”.
“No es nada fácil”.
“Pero ¿a quién conforma lo fácil? Mire,
mis matrimonios fueron felices mientras eran difíciles,
una sarta de puteríos agresiones alegrías maldiciones y milagros.
Cuando se volvieron panza entraron en declinación y el odio
-como el vapor se hace agua-
sustituyó al amor”.
“Otra solución posible es, claro, olvidarse del amor,
de la fraternidad universal y de todas las pamplinas
que todas las religiones (malentendidas) enseñan”.
“Claro que hacerse budista como G, quizá sea el gran salto.
O cristiano, como E.C. y T.S.E.
Católico ferviente como José. Allí habría un camino.
Pero ¿quién sabe? ¿Bajar de peso? Andar todo el día en movimiento,
comer pescado y legumbres hasta hartarse”.
“Es mejor que se olvide de todo esto.
Sobre todo lo último, no lo publique nunca.
Es claro, digo nunca, ¿y qué sentido tiene?
Porque yo ya lo he dicho:
no soy actor, no soy artista, no soy futbolista ni boxeador,
no soy cantante de moda, no soy escultor ni diplomático,
no soy político ni soy etc.
Tampoco digo nunca, tampoco diré nunca. Bien”.
“Vea usted, por un lado,
yo sé que la locura es un estado congénito del hombre
Recuerde las palabras del sacerdote: Dios nos ama con locura,
lo que significa ni más ni menos: los hombres han perdido a Dios
que es lo mismo que creerse, de manera soberbia, ser capaces
de estar locos como Él. Ahora bien,
poe otro lado, Dios no es par mí ni más ni menos
que la más primigenia y la más refinada de las invenciones”.
“Yo he sido, en suma, el más grande de los actores de sí mismo,
no mientras actuaba, sino mientrs me veía en la sala de proyección
luego de las primeras tomas hechas dentro de mi templo
en aquella selva maldita: la masa gorda de mi cuerpo oculto
en la penumbra, las gotas de agua rodando por mi calva,
la mirada perdida y el gesto casi humano de mis labios fruncidos
y fláccidos que pronunciaban unas pocas palabras: todo eso no era yo,
era algo extraño a mí, era un dios lejano enfrentado a los más ínfimos temblores
del Apocalipsis de la selva implacable”.
Unas nubes metálicas, estivales, amenazan
o no amenazan lluvia.
La tarde de verano hormiguea en la clorofila
y los abejorros nos despiertan del ensueño.
“Hay, no obstante mi palabrería y mis atajos,
un par de cosas que me gustaría hacer:
una, estar abandonado en la selva,
ver la luz transgrediendo las láminas del agua,
tocar con los dedos de mis pies las arañas,
rozar las lianas con mis párpados, olerlas,
oír el mar de insectos que vibra en las noches absolutas,
perderme para siempre en ese espacio sin fin”.
“Otro deseo mío que siempre acaricié
aunque nunca con la suficiente fruición
es caminar desnuudo por la Puna de Atacama
(eso está en la América del Sur, como usted ya sabrá),
leer en la piedra y la arena y el metal
el indescifrable mensaje allí impreso”.
“Hay un tercer deseo que creo, está más cerca:
escribir un poema metafísico
en base a materiales que son fragmentos de memoria
de prodigios de trazos en el agua gestos olvidados cópulas
cortas caminatas de sueños incompletos de una
arquitectura desalmada que habité de unas hormigas que suben
lenta pero decididamente por el fregadero de mi casa.
Apocalipsis en Malmö
Soñé con una lluvia
implacable y tenaz:
dolía sobre el rostro,
cortaba el pasto al ras.
Y soñé con un viento
ardiente como sal,
que barría la vida
y la hundía en el mar.
Después soñé con tierra,
polvareda voraz
que azoraba los cuerpos
con látigo total.
Al final vino el fuego
con su lenga letal;
dejó solo el planeta
rotando en el azar.
X FILE
(bolero)
parquearemos el cuerpo
en sideral espacio
y Mulder & Scully
nos buscarán perplejos
y su amor será siempre
incorpóreo aunque no
digital ni electrónico
nacer no es digital
amar no es digital
parquearemos los cuerpos
en órbitas vecinas
y ya no morirá
nuestro querido amor
todo nuestro futuro
nuestros hijos comunes
y nuestros bellos viajes
morir no es digital
pero escribir todo esto
leer no es digital?
tu cuerpo junto al mío
y tu mano en mi mano
en el silencio cósmico
por los anchos espacios
seremos como dioses
en el puro silencio
en el silencio puro
de tan sólo existir
Después
Después de todas las palabras
que llegan en ondas arenosas,
en fricción de olas ásperas
trituradas por el mar de febrero;
después de todas las gritadas
en los callejones o senderos
o avenidas manchadas de consignas
o malecones rengos;
de las garabateadas y fumadas
en papel arrugado de envoltorio;
después, después, después
llegarán más, escritas, electrónicas
memorizadas
en el disco duro del corazón: después
de todo el bullshit, todo el resto
de naufragio, después
de la resaca de los días, después
del viento, el aguacero, después
de la pasión reseca;
después llega la vida,
corrección:
el arcoiris de la lagartija,
el alcatraz con su rasante vuelo,
la rueda de dorado,
la sandía madura,
el corazón alegre,
el sol reinando al centro,
las muchachas salvajes,
un niño en su misterio,
la esperanza,
el mundo que quisimos:
lo posible.
(Choroní, Venezuela, 2007)
Roberto Mascaró es poeta y traductor, nacido en 1948 en Peñarol, Montevideo, Uruguay.
Llega a Suecia –donde reside desde 1978- como refugiado político de la dictadura militar que asoló a su país (1973-1984) con desapariciones, torturas y otros crímenes de lesa humanidad, cuyos responsables están, hasta el día de hoy sin juicio, protegidos por la llamada “ley de impunidad”.
En Suecia, en 1980, junto a un grupo de intelectuales en el exilio funda y dirige la editorial Siesta y la revista Saltomortal. Durante los años 80 y 90 realiza distintas performances y videos en torno al texto poético. Realizó estudios en las áreas de Literaturas Nórdicas, Ciencias de la Literatura y Estética.
Recibe el Premio de la Ciudad de Estocolmo en 1986 (por sus poemas en versión sueca reunidos en el volumen Fält). En 2002 recibe el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Medellín (por el libro Campo de fuego) y es invitado al Festival de Medellín ese mismo año.
Ha participado en distintos eventos y festivales en Suecia, Noruega, Canadá, Chile, Argentina, Venezuela, Colombia y Uruguay. Colaborador de la revista Posdata (Uruguay), las revistas suecas BLM, Pequod, del diario Sydsvenska Dagbladet y de Radio Suecia. Ha desarrollado taller literario y de traducción en Suecia, Chile, Guatemala, Honduras y El Salvador.
Actualmente se dedica a la escritura de poesía, a la traducción de literatura en lenguas nórdicas y dirige el programa radial Taller de Letras en la ciudad de Malmö, Suecia.
Autor de los libros estacionario(1983); Chatarra/ Campos (1984); Asombros de la Nieve (1984); Fält (Campos) (poemas en versión sueca de Hans Bergqvist, Fripress, Estocolmo, 1986); Mar, escobas(1987), Cruz del Sur (1987); Gueto(1991); Campo Abierto-Öppet fält(1998); Campo de Fuego (2000); Montevideo cruel – tangos (2003), Un río de pájaros (Colombia, 2004); Asombros de la nieve, antología(Caracas, 2005), Viendo caer la lluvia de una ventana azul (Tegucigalpa, 2012), Nómade Apátrida (Catapulta, Bogotá, 2012). Ha publicado más de treinta volúmenes de traducciones, entre ellas obras de Tomas Tranströmer, August Strindberg, Öyvind Fahlström, Ulf Eriksson, Tomas Ekström, Jan Erik Vold, Edith Södergran, Henry Parland. Su poesía ha sido traducida al sueco.
Traductor del Premio Nobel de Literatura 2011, el suecoTomas Transtromer (tres tomos editados en España, Nórdica Libros, Madrid, 2012)
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VICTORIA GUERRERO PEIRANO: Poemas*
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Victoria Guerrero Peirano |
Vivimos en una época de rivalidades ridículas
Nadie nos dijo qué debíamos hacer después de la guerra
Pero entre los poetas se cuecen habas
Nadie sabe bien por qué
(pero se sospecha)
se mueven entre el cortejo y el asesinato
Y asistimos a sus funerales sin pedirlo
Estos días dan ganas de no ser de este siglo
No asistir a su muerte mediática
Sino ir y escupir sobre su tumba
como antiguamente
Darles duro con el puño cerrado
Y quemar sus versos como flores marchitas
Poetas del Tercer Mundo: pobres poetas
A veces se estremecen ante un verso inusitado
Y dan ganas de abrazarlos
Pero los poetas del Tercer Mundo somos así:
Regurgitamos nuestros poemas o los retenemos como papel muerto
Entre las encías rojizas
Y tenemos miedo al llegar a casa
De recordar lo dicho
De releer lo escrito
Pobres poetas
Yo no les pido nada
Algún día sus versos dejarán de existir
Como ellos
DEJO LA PALABRA LA OLVIDO
Ensarto hilos rojos negros azules fucsias verdes
Harta ya de los Concursos Públicos para Plazas docentes
Empecé a bordar cada prenda de mi ropero
Arreglé mis títulos doctorales y los guardé junto a la estantería de libros
Para que no se sintieran menos
CV a foja “0”
Lo archivo
lo fondeo
El mercado quiere profesionales en tiempo récord
Títulos y másters,
etc. a granel
Pero las costureras somos para siempre
Muchas veces he pensado en lanzarme por la ventana
Pero me pongo a escribir o a cortar papel
y se me olvida
1-02
Hoy le corté el pelo a mi hermana
Su cabello caía como grandes lágrimas sobre el zócalo frío
Lo barrí y lo tiré a la basura
Tanto pelo muerto cubría mis sueños
Soñé un día con el pelo muerto Otra vez unía sus hebras
Cada una se juntaba y me demandaba respuestas a mi triste hazaña
Yo permanecía muda-quieta
El pelo muerto insistía: ¿Estás allí? ¿Por qué me mutilaste?
Recogía el cabello y el rostro de mi hermana aparecía flotando a la distancia
¿Por qué arrojaste mis cabellos a la bolsa de basura?
La cabellera me exigía alimento también agua abundante agua
Pero mis manos estaban cosidas No podía dar de beber
Mis piernas no daban un brinco No podía buscar
Y mis senos estaban secos No podía dar de lactar
Yo estaba más tiesa que aquel pelo muerto que corté
O yo estaba más muerta o quizá ya había muerto y no lo sabía
Mi hermana sintió piedad de mí de mi silencio
Calmó a la cabellera
Le habló con voz dulce como si fuera una hija pequeña
Le exigió que descansara que durmiera en mi sueño
En suma que no jodiera
Después de todo qué es una madre si no dice estas cosas
Yo he de aprender por ella lo que hace una madre
Yo he de imitar a mi hermana para poder ser su madre
¿Soy la madre o imito a la madre?
Quizá solo ejerzo la maternidad como un remedo casi un chiste
Pues no tengo ningún hijo que legitime mi condición de parturienta
¿Qué hacer?
Todo lo que escribo se reduce a dos o tres palabras
Madre Hija Hermana
Es una trilogía no prevista por el Psicoanálisis
Mi hermana-hija
Mi hija-hermana
Aparece en mis sueños
Es real y me mira con ojos lastimeros:
¿Por qué botaste mis cabellos al tacho de basura?
EL CICLISTA
para el que sueña
para los ciclistas de corazón
Solo un sueño una magnífica luz
ha sido dispuesta para él el soñador el juntaalmas
Aquel que se sumerge en la locura bienhechora y se eleva pedaleando
en su hermosa bicicleta
roja
Yo soy una ciclista mediocre
–he de reconocerlo–
Me angustia pensar en la soledad de los traseúntes
En el oblicuo resplandor de la mañana
Y en los miles de automóviles que apenas rozan el pavimento
Ah mi vieja bicicleta roja
comprada un domingo en la Feria del Mauer Park
Hace más de quince años podría haber pedaleado
por uno u otro lado del Muro
y mi sueño se soñaría distinto
Para mi guía berlinés soy un permanente fastidio
Él va siempre delante mío como un Príncipe indiferente
manejando su enorme bicicleta azul
–azul como los ojos de mi abuela–
No puede entender mi extraña ensoñación ni mi angustia
Ha adquirido la confianza del que lleva kilómetros de pedaleo constante
Hoy que voy montada en bicicleta
Recuerdo el color de sus ojos
Su ingreso en la locura Su permanente exilio
Cierro los ojos como cuando era niña
Suelto el timón Lo dejo a la deriva
Caer a tierra es siempre una posibilidad del ridículo o la Muerte
Quizá cierta locura materna
me humaniza entre tanto cadáver que junté en mi adolescencia
Mi centro: La pequeña Lu se ríe de mí
Sabe que tengo miedo
Y goza y hace fiesta cuando ve la fotografía
“Es una bicicleta para niños”—dice
Y nos reímos juntas
Y berlín ya no es más Berlin ni sus perfectas ciclovías
Ni sus cientos de museos en honor a la Muerte
Hoy es Lima y en Lima no se montan bicicletas tan seguido
porque te las roban o te atropellan en cualquier esquina
Y no existen museos para honrar a los cadáveres
de mis diez, de mis quince, de mis veinte años
Mas este poema lo escribí para el que todavía sueña
Para el que atraviesa las fronteras feliz e indocumentado
Para todo aquel que se rebela contra los asesinos del mundo
LA CIUDAD DEL RECICLAJE
(por estos días)
con el corazón hecho trizas atravieso un puente
una superficie metálica incapaz de corromperse
abajo
se asoma un río inmenso
gélido
un hermoso espejo azul que cobija a sus muertos:
tres punks
un profesor universitario
flotan sobre sus aguas
yo les llamo mis ofelias postmodernas en la ciudad del reciclaje
(do not recycling is illegal –dijo la dueña de casa
y enseguida me puse a separar las astillas de mi corazón)
nadie diría que esos cuerpos me atraen
y sin embargo
una parte de mí se inclina hacia ese lado
desde donde se mira el vacío como recuerdo de una infancia feliz
las aguas me esperan
tiro del otro lado
no menos incierto
por donde las luces de los autos se devoran
unas tras otras
unas tras otras
y mi cuerpo quedaría engullido tragado por ellas
una desnudez de espanto
―me digo
y otra vez
me acobardo
al otro lado del puente (el principio o el fin poco importa)
un río menos brillante cruza bajo mis pies
el rímac se eleva sobre mi memoria como lo que es:
un lecho oscuro que opaca nuestra miseria
y sin embargo
ese lecho de barro hostil tal vez alguna vez fue bueno
y meció entre sus garras tiernas
a mis abuelos
a mi padre
a mi madre
o a mí
sudaca cuya sombra se refleja en un hermoso río pálido
dispuesto a quebrarse a la primera bocanada de luz
o al chillido de otro cuerpo (el splash de la muerte)
─como todos estos─
heridos de inocencia
en la ciudad del reciclaje
cuyos puentes jamás se quiebran
contemplación
el ojo de una rata me observa
su único ojo rojo me mira
y yo miro la oquedad de su ojo izquierdo
por ese hoyo tal vez se pudiesen entrever
otros mares de arena otras orillas
como la primera orilla de la que partí:
en el ojo de fuego de mi madre
entonces todo volvería a arder
el agua el ojo el fuego
y mi cuerpo se diluiría en arroyuelos y ríos sin fin
pero esa oquedad no existe
sólo mi miedo y el ojo solitario de la rata
que ejerce su dominio sobre mis ojos
que son dos ojos pequeños y miopes
por los cuales ella me observa:
ahogar los abrazos en una parada de autobús
reposar la cabeza sobre el ombligo de mi esposo
ahora el viento es suave
y las hojas suben al cielo
desafía al sol
y nos contempla
Poeta e investigadora. Acaba de publicar su novela corta “Un golpe de dados (novelita sentimental pequeño burguesa)” (Tijuana, 2014) que será editada próximamente en Perú. Ha publicado recientemente, y a dúo con el poeta chileno Raúl Zurita, “Zurita +Guerrero” (Guayaquil, 2014) y el compilatorio de su poesía bajo el título de “Documentos de Barbarie (poesía 2002-2012)” (Lima, 2013) que comprende los libros: El mar ese oscuro porvenir, Ya nadie incendia el mundo, Berlin y Cuadernos de quimioterapia. Sus poemas han aparecido en diversas revistas y antologías nacionales e internacionales, y traducidos al alemán, inglés, francés, portugués y finés. Ha sido invitada, entre otros, al World Village Festival de Helsinski, la Feria del Libro de Bogotá, el Parnassus Festival de Londres y el Latinale de Berlin. Es doctora en Literatura por la Universidad de Boston y diplomada en Estudios de Género. Actualmente cuida de su gato y ejerce la docencia en la Universidad Católica.
*Selección de Martín Zúñiga
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Julián Malatesta: Manual de castigo (Para Harold Alvarado Tenorio)
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Julián Malatesta |
Si tienes el infortunio de encontrarlo en tu camino,
hallarlo en el barrio, en la esquina, en la taberna,
no le hables, evita su saludo, ignora su presencia,
con mucha rapidez desprende tu correa
y sobre su robusto lomo descarga el cuero.
Hazlo con fuerza, sin murmurar su nombre,
sin musitar palabra.
A este animal sólo lo seduce la palabra
y el lenguaje brusco lo conduce a la dicha,
no le permitas ese gozo, continúa con tu faena,
fuertes correazos a la bestia, sin fatiga, sin pausa.
Y si su ropa se hace jirones, impide su desnudo,
la brisa, la intemperie, lo erotizan,
anhela que en su carne dancen los demonios,
no le permitas ese júbilo,
no admitas que el castigo beneficie su lascivia.
Por lealtad con el sufrido muéstrale tú cara,
que sepa quien propina el golpe,
dale duro, muy duro y en silencio,
recuerda, no le hables, mezquínale el idioma,
que sienta su orfandad, ponlo fuera de su refugio.
El castigo no lo ejerces por salud,
no es vencer la enfermedad lo que tú buscas.
El canalla es una especie sin cura, sin remedio,
no hay galeno, ni juez, ni carcelero
que pueda afligirle y hundirle en la contrición.
Condúcelo sólo a latigazos
Como a un cerdo que ha roto la cerca
Regrésalo al atavismo de su propia porqueriza.
Julián Malatesta (Cauca, Colombia, 1955) Poeta, crítico literario, ensayista, profesor de la Universidad del Valle. “Su obra poética y ensayística abre una perspectiva de vanguardia y renovación profunda en el contexto de la moderna literatura colombiana, desde la lucidez conceptual y la riqueza imaginativa del lenguaje”. Ha sido recogido en diferentes antologías nacionales y del exterior, traducido al inglés y francés. Algunas publicaciones: Hojas de trébol (1985), Alguien habita la memoria (Universidad del Valle, 1995), Presencia de la poesía china y japonesa en algunos poetas latinoamericanos (Ensayo, 1997), La cárcel de Babel (Univalle, 2002), Cenizas en el cielo (2004), Selección poética (Poetry International, 2006), El mecanógrafo del parque (2007), La imagen poética (Ensayo, Escuela de estudios literarios, Univalle, 2007).
Malatesta participó en el 12 Festival Mundial de Poesía de Venezuela.
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Patricia Síbar: ¿Usted Conoce la AMIA?
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Giovanni Quessep:Poemas
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Giovanni Quessep |
La rama del jazmín
La rama de jazmín
florece entre doradas salamandras,
y da su aroma al tiempo y a la luna.
Después de que en el alba
cortes sus flores, cesará la rueda
de los días, su encanto
vencido en el color será abismo perpetuo.
La rama de jazmín
transcurre en tu mano hacia el vacío.
Las horas olvidadas
¿Quién guarda la memoria
de este río que pasa,
de esta flor que sucede en gris y polvo?
¿Quién guarda del silencio
de este cielo nocturno, solo, hondísimo,
los cuentos que nos hablan de horas ya olvidadas?
¿Quién los hará más puros más allá de la muerte?
Un vino triste
l’aere sanza stelle
Inferno, III, 23
Si la noche que cae
sobre el polvo y las flores
fuese extremada como el vino
y tejiera otro cántico en su duelo,
saldríamos todos a danzar
a los claros del bosque,
y cada uno te diría: Señor,
dame a beber por siempre de este cáliz.
Pero no somos dioses, no podemos
vencer nuestra miseria;
nos vamos sin retorno, y a embriagarnos
de un vino triste al aire sin estrellas.
Giovanni Quessep (San Onofre, Colombia, 1939) Poeta y docente. Entre otros títulos ha dado a conocer Canto del extranjero (1976); Un jardín y un desierto (1993), Carta imaginaria (1998); Las hojas de la sibila (2006); El artista del silencio (2012) y Antología personal (2013, Premio Mundial de Poesía René Char, Festival de Poesía de Medellin, 2015). Su obra entre otras distinciones ha sido reconocida con el Premio Nacional de Poesía de Colombia.
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Presentación Revista Poesía
El pasado sábado 20 de junio en el marco del Festival Mundial de Poesía de Venezuela,
se realizó la presentación, en la Galería de Arte Nacional de Caracas, del número 159 de Poesía, revista de poesía y teoría poética fundada y editada por el Departamento de Literatura de la Universidad de Carabobo, Valencia, Venezuela. Esta publicación fundada en 1971 fue dirigida en distintos períodos por los poetas Alejandro Oliveros, Eugenio Montejo, Reynaldo Pérez Só y Adhely Rivero. Actualmente su director es el poeta Víctor Manuel pinto, acompañado desde la subdirección por el poeta Carlos Osorio.
Ha cumplido con este número 44 años de vida, algo inusual en la América Hispana, donde la mayoría de las publicaciones periódicas desaparecen antes de llegar a una decena de números.
Poesía, en sus diferentes épocas abrió sus páginas a la nueva poesía del continente, a la traducciones de textos Orientales y Occidentales. Cumpliendo significativamente su tarea de apropiación de voces trascendentes de tradiciones diversas enriqueciendo el panorama poético en lengua castellana.
Es de esperar que en 2016 la rectoría de la Universidad de Carabobo se sume a las celebraciones dedicadas al 45 aniversario de Poesía que coincidirá con el Festival de Poesía de la Universidad de Carabobo, al que asistirán poetas de los cinco continentes, deseosos de rendirle homenaje a esta publicación que ha trascendido las fronteras.
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Víctor M. Pinto, E.M., Carlos Osorio, Diego Cerquera (Caracas, 2015) |
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